LUCIFER

Mmmm

- Tenemos una reunión a las 9 a. m el tema es sobre la nueva tecnología que se implementara en la empresa.

Dicho eso el señor W aquien ahora llamaba así,  me dio la espalda y salió apenas y pude verlo marcharse, de pronto un ligero mareo y náuseas invadió mi cuerpo.

Durante el resto de la mañana me encontraba  en el ajetreo de conocer la empresa y las cosas que el al señor W no le gustaban, en pocas palabras era un maldito perfecionista.

Señor W

- ¿Quiero que investigues todo sobre Helen?

-  Sí, señor.

Helen, Helen pero donde has venido a parar...

Un poco de contexto, hace unos años atrás yo me había enamorado perdidamente de una chica de cabello largo y cuerpo delgado con esa carita tan tierna, entiendo que lo que soy ahora o como me veo no se compara nada con como era hace unos 10 años atrás un completo nerd.

Helen así se llamaba y jamás olvidaría sus ojos y las palabras que salieron de su boca.

-¡ Tú no me gustas!

Aún me resuenan esas palabras, gracias a ella tuve unos dramas amorosos con miedo al rechazo.

Terminada la sesión salí en busca de Helen "Ay Helen no tienes idea del martirio que se te viene encima"

Qué gratificante se sentía.

Entre a la oficina y ahí estaba ella con esa cara suya de inocente y esos labios que tanto había anhelado besar antes.

- Necesito que vaya a tintorería a por mi ropa la deje en mi casa y luego a las 4 en punto un americano en su punto y no se olvide de alimentar a las tortugas.

Ella pareció entender y salió corriendo.

Me preguntó que cosas debería hacer para que ella se fastidie.

- Sí, señor ella tiene una hermana su padre huyó vendiendo lo que poseían y Helen perdió su estudio de música debido a ello.

- Bien.

Entonces supe que la tendría un buen tiempo en mis manos.

- Qué empiece el juego.

Tome el auto en dirección a mi casa.

Helen estaba entretenida con las tortugas cuando me coloque a su lado.

- Puedes meter el dedo ellas no muerden.

Claro que mordían eran capaz de sacarte un dedo si así quisieran.

- Ah he traído sus trajes de la tintorería.

- Puede irse a casa.

Ella me miró perpleja.

- Si la necesito le llamo.

- Pero es que yo...

- Puede usar el auto, pero si le hace un solo rallon eso se le descontará de su sueldo.

Ana hizo un puchero mientras tomaba las llaves y salia, aun no podía creer que la vida fuera así de linda darme a la persona que me hizo sufrir a cambio ahora de devolverle lo mismo.

Esa misma noche a las 9 llame a Helen.

- Se me antojo comer sushi ahora, necesito que por favor me lo consigas de mi restaurant favorito, ellos no tienen cupos para domicilio así que encargate tienes 30 minutos.

Escuche del otro lado de la línea a alguien caerse al suelo luego maldecir y decir que lo haría de inmediato.