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La segunda semana de grabaciones comenzó con un aire más relajado. Emma ya se había acostumbrado al ritmo de trabajo, y cada vez se sentía más cómoda interpretando a su personaje junto a Jenna. Ahora, cuando llegaba al set, la saludaban no solo los miembros del equipo, sino también los guiños y sonrisas cómplices de Jenna, quien cada día la hacía sentir más bienvenida.

Esa mañana, Jenna y Emma ensayaban una escena complicada. Era una de las primeras en las que sus personajes se enfrentaban en una intensa discusión. Las instrucciones del director eran claras: tenían que llevar la tensión al límite, lograr que el conflicto fuera palpable en pantalla. Ambas actrices se miraban de reojo, conscientes de que esta sería una escena que pondría a prueba sus habilidades... y también su paciencia.

—¿Lista para odiarme por unos minutos? —preguntó Jenna con una sonrisa divertida mientras se acomodaba en el set.

Emma rió, ajustándose el cabello detrás de la oreja.

—Solo un poco —respondió, fingiendo seriedad—. Es parte del trabajo, ¿no?

Ambas se colocaron en posición, y al sonar la claqueta, dejaron de ser ellas mismas para transformarse en sus personajes. La escena comenzó tranquila, con diálogos intensos y miradas desafiantes. Sin embargo, pronto la tensión aumentó, y la discusión se transformó en una pelea verbal. Jenna, con la precisión y frialdad de Merlina, lanzó una línea final que dejó a Emma desconcertada y, casi sin darse cuenta, terminó llevándose una mano a la boca para sofocar una reacción genuina.

—¡Corten! —gritó el director, satisfecho con la interpretación de ambas—. Muy bien, chicas, ¡esa fue excelente!

Emma respiró hondo y sonrió, mirando a Jenna, quien se aproximaba con una expresión de disculpa.

—¿Estás bien? —preguntó Jenna, rompiendo su personaje y sonriendo suavemente—. No quería asustarte, lo juro.

Emma soltó una risa, aliviada.

—¡Lo lograste! Casi me haces dudar de si te caigo bien o no.

—Creo que lo interpreté demasiado bien, ¿verdad? —bromeó Jenna, riendo mientras ambas se dirigían hacia el área de descanso.

Durante la pausa, se dirigieron juntas a la cafetería del estudio, donde un par de miembros del equipo las saludaron con sonrisas de aprobación. Jenna y Emma pidieron un par de capuchinos y, como se estaba volviendo costumbre, tomaron asiento junto a la ventana.

—Esa escena fue intensa —comentó Emma, aún sintiendo un poco de la adrenalina de la interpretación.

—Lo fue —asintió Jenna, removiendo su café pensativa—. Pero creo que son esas escenas las que hacen que el trabajo sea emocionante. Cuando terminas y sientes que realmente llegaste a alguna parte... es increíble.

Emma asintió, compartiendo el entusiasmo de su amiga.

—Es cierto. También creo que ayuda que lo hagamos juntas. No sé, siento que te puedo dar lo mejor de mi personaje, porque confío en que tú también me darás lo mejor del tuyo.

Jenna sonrió, tocada por las palabras de Emma.

—Eso es lo mejor de todo esto. Es más fácil cuando encuentras a alguien con quien puedes trabajar en sincronía. Además, contigo, siento que puedo experimentar y probar cosas nuevas sin miedo.

Emma no pudo evitar sonreír, agradecida de tener a alguien como Jenna en esta experiencia. Desde el primer día, Jenna había sido una aliada en el set, y Emma no dejaba de sorprenderse con lo genuina y accesible que era.

Más tarde, ese mismo día, Jenna invitó a Emma a su casa para repasar algunas escenas más antes de la siguiente grabación. Al llegar, Emma quedó sorprendida al ver que Jenna tenía una colección impresionante de libros de arte, películas y música de todos los géneros.

—¡Wow, tienes de todo aquí! —exclamó Emma, maravillada mientras miraba los estantes.

—Sí, soy un poco adicta a coleccionar cosas. —Jenna sonrió, encogiéndose de hombros—. Los libros de terror y las películas viejas son mi debilidad.

Pasaron el resto de la tarde repasando guiones, pero también intercambiando recomendaciones de libros y hablando sobre las películas que más las habían inspirado. Entre bromas y risas, compartieron sus miedos y sueños, sintiéndose cada vez más conectadas.

—¿Alguna vez has pensado en escribir algo propio? —preguntó Jenna de pronto, sorprendiendo a Emma.

—A veces, pero nunca me he animado a hacerlo en serio —admitió Emma, encogiéndose de hombros.

—Pues deberías. Eres creativa, y además tienes una perspectiva interesante. —Jenna hizo una pausa, mirándola a los ojos—. Si alguna vez escribes algo, prométeme que me lo mostrarás.

Emma sonrió, sintiéndose inspirada por el apoyo de su amiga.

—Prometido.

Al día siguiente, Emma llegó al set con una energía renovada y un entusiasmo palpable. Sin embargo, tan pronto como empezaron a filmar, una de las escenas no salía como estaba planeado. Los diálogos no fluían, y el director se veía cada vez más frustrado. Después de varios intentos, pidió una pausa para reajustar las luces y revisar los ángulos de cámara.

Emma, sintiéndose un poco frustrada, salió del set y fue a sentarse en un banco, tratando de calmarse. Jenna la encontró allí unos minutos después y se sentó a su lado en silencio.

—¿Estás bien? —preguntó finalmente.

Emma asintió, suspirando.

—Sí, solo... es frustrante cuando nada parece salir bien.

Jenna le dio una palmadita en el hombro, intentando animarla.

—Tranquila. Todos tenemos días así. Lo importante es no dejar que nos afecte demasiado. —Hizo una pausa y sonrió—. Además, esto es solo una escena. Vamos a lograrlo.

Emma sonrió, sintiéndose aliviada. Jenna siempre parecía saber cómo hacerla sentir mejor.

La tarde avanzó y, gracias al ánimo de Jenna y a la paciencia del equipo, lograron finalmente completar la escena. Al final del día, ambas se despidieron en la salida del estudio, y Jenna se acercó a Emma con una sonrisa.

—Recuerda, pase lo que pase, estoy aquí. No dejes que los momentos difíciles te hagan dudar de ti misma, ¿vale?

Emma asintió, agradecida por las palabras de su amiga. Sabía que contar con el apoyo de alguien como Jenna era invaluable.

—Gracias, Jenna. De verdad, no sé qué haría sin ti en el set.

Jenna le dio un abrazo rápido.

—Pues yo tampoco sé qué haría sin ti. Nos complementamos bien, así que cuenta conmigo para lo que necesites.

Se despidieron esa noche con una promesa tácita de apoyo mutuo. Cada día de grabación estaba fortaleciendo la amistad entre ellas, y ambas sabían que, más allá de la serie, esta relación sería uno de los mayores regalos que Merlina les había dado.

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Nota de autora:

Cabe aclarar que algunos datos que se muestra en esta historia, puede que no sean reales y solo estén escritos para la trama. :)

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La carta nunca enviadaWhere stories live. Discover now