—¡No! ¡Yo no quiero eso! ¿Por qué debes ser tan extremista, Áaron?
—Pero es lo que querías, Laila, tú misma dijiste que no podíamos estar juntos... Porque soy tu hermano —pronunció bajo.
—No quiero estar sin ti —sollozó, negando con la cabeza—. No me importa eso.
Y el rubio estaba por hablar, cuando Kenta se apareció en frente de ellos, cegando a todos con su luz, antes de llevarlos a ambos a un lugar más tranquilo y aislado para poder hablar.
—¿Qué quieres de nuevo tú aquí? —le inquirió en un tono molesto el líder humano.
Lo ignoró y observó a Laila, quien lucía atemorizada, abrazando a Aarón.
—Es verdad que has sido creada para traer al mundo a los nuevos humanos, que incluso podrías hacerlo sin él, ya que cualquiera de tus otros medios hermanos cumplirían la misma función, pero Laila, es él el que realmente te ama.
—Yo no quiero estar con otra persona, señor —pronunció temblando, sin mirarlo a los ojos.
—¿Estás segura que quieres estar con él porque lo amas? ¿O lo haces por temor al no conocer nada más del mundo?
—Lo amo, es mi esposo.
Áaron miró hacia abajo al escucharla decir aquello y la tomó del rostro, para que lo mirara.
—Kenta tiene razón, no estás obligada a estar conmigo, y yo quiero que seas libre, Laila.
—Puedo ser libre y conocer del mundo como ese señor dice, estando contigo, Áaron. Si tengo la libertad de elegir con quién estar, elijo estar contigo.
La miró a los ojos y le acarició suavemente una de sus mejillas.
—Te mereces más que ser la esposa "de". Y tampoco quiero que estés pariendo una y otra vez sólo porque fuiste creada para eso.
—Pero yo quiero una familia contigo, como lo habíamos planeado.
—Laila, cuando supiste la verdad de tu familia, tú dejaste en claro que no querías estar conmigo, que aborrecías nuestra relación por el parentesco que existe entre nosotros. El hecho de que ahora hayas cambiado de opinión tan drásticamente, es sólo porque soy todo lo que has conocido y temes perder esa seguridad.
—No —pronunció en un tono ahogado—. Con mi familia puedo sentirme protegida, amada, pero tú eres una parte importante, fundamental en mi vida, que no quiero perder. Yo te amo, y dije y actué de forma hiriente producto del shock de la noticia, pero quiero estar contigo.
Kenta rodó los ojos, cruzándose de brazos, mientras escuchaba a ambos hablar. ¿Por qué eran tan dramáticos? ¿Por qué darle tanta vuelta al asunto? Era obvio que ambos querían estar juntos, pero el orgullo herido de Áaron estaba complicando las cosas.
Y sí, Laila quizás había dicho cosas hirientes, pero tampoco se podía esperar mucho de alguien emocionalmente inmadura... Después de todo, Laila había sido criada en un laboratorio por Jaden.
—Okay, vamos a hacer esto más fácil —los interrumpió Kenta, antes de desaparecer los tres de allí, apareciendo en una casa que ninguno de los dos conocía, tomándolos por sorpresa.
—¿Dónde estamos? ¿Por qué nos trajiste aquí? —le inquirió Áaron con el ceño fruncido.
—Esperen —les dijo antes de volver a desaparecer.
Laila miró la casa y con pasos lentos se dirigió hacia una de las ventas, corriendo un poco la cortina para mirar hacia afuera.
—Amor, aquí estamos de día —pronunció sorprendida.
Áaron se acercó hacia la ventana también, comprobando que aquello era cierto, eso quería decir que estaban del otro lado del mundo. ¿Pero por qué los había llevado allí?
Kenta volvió a aparecer, dejando aún más desconcertado a ambos, cuando regresó con dos personas más, Sirio y Ariadna, que lucían igual de aturdidos.
—No van a poder regresar a sus antiguos hogares, ni funciones, ni con su familia, hasta que solucionen sus problemas de pareja.
—¿Qué? —murmuró Ariadna.
—Ustedes dos no volverán a su casa, y tú a tu función de líder, hasta que engendren a Serkari —les dijo a Áaron y Laila, antes de mirar a la segunda pareja—. Y ustedes... Hasta que no se lleven bien, y comiencen una relación, tampoco volverán.
—Pero mi hermano-
—Tu hermano, ni siendo el humano más evolucionado y superior sobre la faz de la Tierra puede llegar o entrar aquí, este sitio fue creado por mi, y por lo tanto, está protegido por mí. Llámenlo mi jardín del Edén.
Áaron rodó los ojos, sin poder creer en la situación estúpida en la que había quedado envuelto.
—Los estaré vigilando, adiós —pronunció antes de desaparecer.
—Increíble imbécil ese tipo —masculló con fastidio el líder humano, tomando de la mano a su mujer—. Ven, vamos a buscar las habitaciones, debes descansar.
—É-Él dijo que no nos iríamos de aquí hasta que tengamos un bebé —murmuró apenada, caminando junto a él.
—Bueno, tendremos que vivir varios años aquí hasta que encontremos la forma de salir, porque no tendremos hijos pronto.
Sirio observó la sala y luego se dirigió a la puerta de entrada, abriéndola para poder salir. Ariadna al ver aquello lo siguió por detrás, observando que la imagen era muy parecida a la de su hogar, montañas en el horizonte y un extenso campo a su alrededor.
—Es un lugar muy bonito —pronunció la rubia—. Muy tranquilo.
Sirio no pronunció nada, sólo se quedó mirando hacia el cielo.
—¿Podríamos hablar?
—¿De qué quieres hablar?
—Llevas evitándome desde hace semanas, y no sé porqué cambiaste de ese modo, Sirio.
El rubio suspiró y comenzó a caminar. No tenía ganas de oírla.
—Lo siento, no quería herirte, pero es que tú estabas actuando de una forma... Tan intensa que me cohibió, no supe cómo reaccionar.
—De acuerdo, Ariadna.
—¿Podríamos volver a intentarlo?
Se giró y la miró, negando con la cabeza.
—Yo ya no siento nada. No siento nada, ni recuerdo nada de quién soy, estoy completamente vacío en mi interior.
—Déjame ayudarte entonces —le dijo apoyando una mano sobre su mejilla—. Antes de que perdieras la memoria, dijiste que sólo yo podría ayudarte a recuperarla.
—Si tú lo dices —murmuró incrédulo.
La jovencita lo miró afligida, respirando profundo.
—Sólo intentan ser un poco paciente, nada más te pido, dame un poco de tiempo para ayudarte a recordar.
...