Llevaba al menos unas treinta palabras en el documento en mi portátil y unas dos tazas de café. Mi móvil volvió a vibrar. »Esto ya lo había vivido antes«
Arrastré el móvil y respondí la llamada lo antes posible; era un número sin registrar.
—¿Sí?. —me mantuve en silencio antes de volver a hablar. —Diga. —un par de suspiros se escucharon al otro lado de la línea, pero aún sin respuesta alguna.
Los suspiros se hicieron más notorios de lo usual, lo que era bastante inquietante al menos para mí; fácilmente podía ser algún pervertido o algo aún peor. »Seguro era alguna estúpida broma telefónica«
Colgué la llamada y deslicé el móvil por la mesa tratando de parecer indiferente ante la situación, mientras tomaba el último trago de mi taza de café; pero mi móvil volvió a timbrar. Aunque traté de pensar en que probablemente no era nada malo, mi mente comenzó a dar vueltas sobre la muerte de Alice. Deslicé mi mano poniendo los ojos en blanco ya que supuse que era la misma persona que me había jodido el día, pero aún así respondí.
—¿Quién habla?.
—Hey, Dorothy. —era Derek, el ex novio de Alice.
—Ah... ¿Qué sucede?.
—Yo solo me preguntaba cómo te sentías. Sabes hace ya tiempo que no hablamos o nos vemos en el instituto.
—¿Y eso qué más te da?. —nunca me llevé del todo bien con Derek.
—¿Sabes algo?, llámame cuando dejes de ser una pesada. —cortó la llamada.
»Idiota«
Justo cuando iba a dejar mi móvil en la mesa, comenzó a vibrar nuevamente. »Carajo, ¿a caso es el día internacional de las llamadas telefónicas?«
—¿Qué?. —respondí la llamada sin siquiera mirar el nombre o el número; estaba claro que ya me había hartado.
—Siempre eres así de ermitaña, ¿no?. —una pequeña risa se escuchó del otro lado. —Me agrada ese apodo, ermitaña.
—¿Morgan?.
— En efecto.
—Cómo es que conseguiste mi número?. —apagué el portátil y lo cerré mientras escuchaba el silencio dudoso entre Morgan y yo.
—Uh... Se lo pedí al director Mckevy. —alcancé a distinguir un tono de vergüenza en su voz.
—Para qué?.
—Hum, ¿trabajo del periódico?. —
—Para eso está el instituto. —guardé mi portátil en la mochila y me levanté para ir al mostrador.
—Bueno, sí; pero no es lo mismo, además hay algo que me gustaría decirte... Es sobre el periódico escolar.
—Ajá. —la señorita Abigail, (la dueña del local), me atendió detrás de la barra.
—Mira ermitaña, si te soy sincero, no confío del todo en el director Mckevy ni en ningún personal del instituto; al menos no en los que están enterados de los temas que guardamos ahí.
—¿Por qué?. —le entregué el dinero a Abigail. —Un americano helado para llevar, por favor. —le dije a la dueña. —Continúa.
—¿Estás bebiendo café?. —
—Supongo. Continúa. —avancé hasta la mesa en la que estaba sentada hacía unos minutos.
—Bien, el punto es que si vamos a investigar sobre... Sobre Alice, necesitamos hacerlo en secreto; como bien dices, no sabemos en quién confiar.
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El club de los pétalos
Misterio / SuspensoEn una ciudad donde la verdad parece esconderse detrás de una cortina de secretos, la estudiante Dotrothy Aveline se enfrenta a un caso que la hará cuestionar todo. El suicidio de su hermana Alice. Pero Dotrothy pronto descubre que nada es como pare...