July

2 0 0
                                    



Amelia y Regulus pasaron las siguientes semanas ocultos en una pequeña cabaña cerca del Bosque de Dean, siempre con la preocupación de ser descubiertos. Aunque ella no podía usar magia, se las arreglaba para ayudar a Regulus en sus planes, estudiando con él el mapa de los movimientos de los mortífagos y discutiendo el modo de alcanzar su meta: encontrar y destruir el guardapelo de Voldemort.

Amelia era consciente de la peligrosidad de la misión. El guardapelo no solo estaba encantado para proteger el fragmento de alma de Voldemort, sino que también representaba la última gota de conexión de Regulus con la causa que alguna vez había defendido.

Una noche, cuando la tensión entre ambos estaba al máximo, Regulus decidió abrirse por completo. Confesó que planeaba ir solo a la cueva de Voldemort y pidió a Amelia que se quedara en un lugar seguro. Amelia se negó rotundamente, y después de una intensa discusión, finalmente acordaron ir juntos. Aquella promesa silenciosa que compartían, su vínculo forjado en la clandestinidad y el peligro, los mantenía unidos.

El viaje a la cueva fue arduo, y ambos sabían que posiblemente ninguno saldría con vida. Mientras navegaban en el bote que los llevaría al centro de la cueva, Regulus tomó la mano de Amelia y la apretó, como si quisiera guardar un último recuerdo de ella. Cuando llegaron al guardapelo, comenzaron el ritual para drenar la poción que lo protegía. Regulus insistió en beber la poción para evitar que Amelia se expusiera a ella. A pesar de sus esfuerzos por resistir, la poción comenzó a afectarlo, llenando su mente con imágenes de sus peores miedos y debilidades. Amelia intentó calmarlo, susurrando palabras de aliento, pero fue en vano.

En el último momento, cuando Regulus apenas podía mantenerse de pie, apareció una criatura que los atacó. Amelia, desesperada, trató de usar su varita sin ningún resultado visible. En el caos, un destello de luz blanca la envolvió, y antes de que pudiera entender lo que estaba sucediendo, la oscuridad se apoderó de ella.










🍊🍊🍊










Amelia despertó en su habitación, en el mismo lugar donde había caído al mundo mágico. Al principio, creyó que todo había sido un sueño, pero al ver el guardapelo en su mano, supo que todo había sido real. Su corazón estaba destrozado al recordar cómo había dejado a Regulus atrás, sin saber si él había sobrevivido a la cueva.

El tiempo pasó, y aunque Amelia trató de continuar con su vida, nunca pudo olvidar a Regulus. La conexión que había compartido con él era mucho más profunda que cualquier otra que hubiera experimentado. Lo recordaba cada día y, de vez en cuando, se preguntaba si alguna vez volvería a verlo. Durante todo ese año, Amelia sentía una extraña energía dentro de ella, como si la magia que había experimentado en el otro mundo hubiera dejado una huella en su interior.

Un día, mientras paseaba cerca de un parque, sintió una extraña vibración en su bolsillo. Al sacar el guardapelo, notó que brillaba tenuemente, emitiendo un calor familiar que la envolvió. Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, una luz cegadora la envolvió de nuevo, y el mundo cambió a su alrededor.

Cuando sus pies tocaron el suelo, Amelia se encontró en un andén de piedra, lleno de estudiantes con túnicas negras y carros cargados de baúles. Miró a su alrededor y reconoció el distintivo cartel que marcaba la estación: Plataforma 9¾.

Amelia sintió una mezcla de emociones, entre emoción y nerviosismo. Había regresado al mundo mágico. No estaba segura de cuánto tiempo había pasado aquí, pero sentía que algo era diferente. Su atención fue captada por una figura al otro lado del andén: un hombre de cabello oscuro, delgado y de mirada profunda. Tenía el mismo porte de Regulus, pero su expresión era más sombría, como si llevara años enfrentando una lucha interna. Ella contuvo el aliento y se acercó con cautela.

"¿Regulus?", susurró, sin atreverse a creerlo.

Él levantó la mirada, y su expresión cambió de confusión a asombro.

"¿Amelia?" - su voz era más grave de lo que ella recordaba, pero su tono era inconfundible. Una mezcla de sorpresa y esperanza brillaba en sus ojos. - "¿Cómo... cómo es posible?"

Se miraron en silencio, como si el tiempo no hubiera pasado. Pero mientras para Amelia había sido solo un año, para Regulus habían pasado diez largos años. Ella estaba en la edad de la adultez, mientras él había envejecido y cambiado, marcado por una década de guerra y dolor.

En ese instante, ambos supieron que su vínculo había sobrevivido al tiempo y al espacio, y que, sin importar los años y las distancias, habían sido guiados nuevamente uno al otro. Regulus le explicó que había logrado escapar de la cueva con vida, aunque por un milagro que él mismo no entendía del todo. Con el tiempo, se había unido en secreto a la Orden del Fénix, ayudando a Dumbledore y a Sirius desde las sombras, sin permitirles saber de su regreso.

Amelia estaba llena de preguntas, pero entendió que algunas respuestas no eran necesarias. Lo importante era que estaban juntos otra vez. Regulus, por su parte, se sorprendía de verla como una mujer adulta, con la misma determinación de siempre.

Aquella noche, se encontraron a solas en el bosque, donde compartieron los años que habían pasado separados. Con el peso de sus decisiones y sacrificios aún frescos en sus corazones, Regulus y Amelia encontraron consuelo en la presencia del otro, conscientes de que, esta vez, pelearían juntos para asegurar un futuro en el que su amor pudiera sobrevivir.

Aunque los tiempos eran oscuros, ambos sabían que su reencuentro significaba una nueva esperanza. Amelia, ahora adulta, decidida a luchar junto a él; Regulus, más maduro y dispuesto a cambiar el rumbo de su destino. Para ellos, esta segunda oportunidad representaba algo mucho más profundo: la oportunidad de vivir en un mundo donde el amor pudiera ser más fuerte que cualquier maldición.

Entre Sombras y DestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora