Danza de Amor ,' HyunLix

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Capítulo 1 : El sol.

1, 2, 3, 4, 5...

Los segundos en el reloj frente a Felix pasaban como una eternidad, agotando su paciencia y llevándolo al borde de la desesperación. Sus labios comenzaban a hincharse debido a las mordidas ansiosas que les daba, buscando cualquier forma de aliviar la impaciencia que le quemaba por dentro. Los últimos minutos en ese salón sofocante, el mismo que había ocupado durante tres años, se arrastraban como un eco de todas las horas pasadas, las tareas y los exámenes, las risas en los pasillos y las charlas furtivas.

Cuando el reloj marcase las 3:00, Felix sería completamente libre de la preparatoria de una vez por todas. Su pierna se movía de arriba hacia abajo en un vaivén frenético, muestra de su desesperación por abandonar ese lugar y nunca volver.

56, 57, 58, 59...

Cuando el reloj marcó finalmente las 3:00 en punto, el gran objeto de madera en la pared retumbó en su cabeza como un tambor de libertad. El aula explotó en un estruendo de sillas arrastrándose y voces celebrando. Una sonrisa inevitable se dibujó en los labios de Felix mientras escuchaba las carcajadas y los vítores a su alrededor, sintiendo la alegría como una corriente que lo inundaba, le recordaba que el fin de esa etapa había llegado. Siempre le había sido grato percibir la alegría de sus alrededores, como una recarga de energía que lo hacía sentir inconscientemente feliz.

Se levantó despacio, saboreando el momento. Tomó su mochila y la colgó de su hombro, sus ojos recorriendo cada rincón del aula en una última despedida silenciosa. "No voy a volver aquí", pensó con una mezcla de alivio y melancolía, "pero siempre recordaré este lugar".

Sonriendo para sus adentros, salió del aula y caminó por los ruidosos pasillos. Todos los alumnos vitoreaban y lanzaban sus cuadernos y portafolios por los aires, festejando finalmente haber terminado esa etapa de su vida. Caminó hacia la puerta, y en cuanto cruzó el umbral, un brazo familiar rodeó su cuello y tiró de él en un abrazo despreocupado.

—¡Lix! — gritó su mejor amigo con entusiasmo, una sonrisa amplia y un brillo travieso en sus ojos. — Estoy harto. No voy a quedarme un segundo más aquí.

Felix se echó a reír y rodeó la cintura de Beomgyu con un brazo, apoyando su cabeza en su hombro en un gesto de afecto que solo su mejor amigo entendía. —Por Dios, Beom, ni siquiera asistías a clases la mitad del tiempo.

—¡Oye! Eso no tiene nada que ver —se defendió el castaño, haciéndose el ofendido —. Yo me canso solo de respirar el aire de este lugar. ¿Tú sabes cómo absorbo esas malas vibras? mi pobre cabello pagaba las consecuencias... es por eso que dormía tanto. — excusó alzándose de hombros. — No soy flojo, soy sensible a las vibras pesadas de cárceles así.

Felix rodó los ojos, negando con la cabeza ante el cinismo de Beomgyu. Había conocido a Beomgyu en el último año de la secundaria, de una manera especialmente extraña y caótica que ninguno de los dos había sido capaz de olvidar hasta la fecha.

Flashback

Beomgyu corría como un niño travieso, sosteniendo una lapicera robada de su compañera, quien le gritaba que se la devolviera. Felix, en su rincón, observaba la escena con una sonrisa apenas perceptible. En sus auriculares sonaba White Mustang de Lana Del Rey, y entre acordes suaves y letras de nostalgia, su mente se perdía en sus propios pensamientos. La energía vibrante de Beomgyu le llamó la atención sin saber por qué, algo en esa chispa de vida que el castaño irradiaba lo hacía sentir extrañamente bien.

Tarareaba hacia sus adentros, escribiendo una fábula que su profesora había dejado de actividad antes de acudir a prefectura. Cuando menos se dio cuenta, Beomgyu se encontraba hablando como guacamaya a su lado, socializando con cualquiera que se pusiera en su campo de visión. Felix se quitó uno de sus auriculares, la música pausándose automáticamente, y miró al castaño. Cuando Beomgyu notó su mirada, giró su rostro y sus ojos se posaron en él.