Capítulo 4:

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El avión acababa de aterrizar, y mientras Bardhil daba órdenes en diferentes idiomas a todos y cada uno de los allí presentes Rosella estaba segura de que era solo cuestión de tiempo para que los fueran a asesinar.

Luego de la desastrosa serie de acontecimientos que se habían producido hacía apenas algunas horas atrás, Ro se había despertado entre los brazos de Neythan, a unos 15 mil metros de altura sobre el nivel del mar, en una especie de avión privado, rodeada únicamente por su hermano, el abogado y un escaso número de personal.

Para ser más específicos: los seis matones que habían estado acompañando al letrado desde que hizo su aparición en el hospital.

La chica intentó fallidamente una vez más volver a mirar a través de la pequeña ventana que tenía a su izquierda con la esperanza de poder reconocer algo en su entorno que les diera una pista del lugar en el que se encontraban, pero afuera estaba demasiado oscuro y el potente chubasco que estaba cayendo tampoco ayudaba a esclarecer el océano de dudas que era su fantasiosa y paranoica imaginación que no la dejaba de atormentar.

Y si a eso le sumaba el hecho de que habían transcurrido unas ocho horas desde que había recobrado el conocimiento, sumado a unas cuatro más que su hermano le había logrado confirmar, la joven estaba más que convencida de que ni siquiera les darían un entierro decente, mucho menos un funeral.

Aunque para las insanas opciones que iba recreando su atormentada cabeza mejor y los hubieran arrojado al mar.

De súbito, el chirrido de la gigantesca puerta metálica ubicada a uno de los lados del aerodino la devolvió a la realidad, proyectándose a niveles peligrosamente dañinos para los sensibles oídos femeninos, logrando revelar unas grotescas gotas de lluvia y un frío y desértico paisaje invernal.

Sin tiempo que perder y de manera casi automática, los hombres a su alrededor se movilizaron y con una agilidad impresionante desaparecieron de aquel lugar a la vez que, simultáneamente, el abogado frente a ellos les proporcionaba dos gruesos abrigos de lana y las instrucciones de los próximos pasos que debían dar, pero el casi imperceptible sonido de la pequeña puerta que conducía a la cabina de control siendo abierta lo hizo detenerse, justo antes de que fueran reveladas dos fornidas y uniformadas figuras masculinas desde la parte de atrás.

Mismas que, a simple vista y sin la necesidad de indagar podrían pasar de ser inadvertidas sin esfuerzo alguno por secuestradores o principales cabecillas de una organización criminal.

Uno de ellos, el que tenía pinta de asesino serial (según las referencias sociales, los perjuicios de Rosella y la enorme cicatriz que cubría más de la mitad de su demacrado rostro) les dirigió una mirada austera a la vez que con un leve movimiento de cabeza les daba a entender que sería a él a quien debían seguir si no querían permanecer por más tiempo ahí.

Y aunque bien pudo haber sido eso lo que le produjera el repentino escalofrío que terminó por recorrerle el cuerpo y provocarle ganas de vomitar, lo cierto es que la mirada burlesca y sádica que se reflejó en el rostro de su compañero, acompañado de la socarrona sonrisa y esas palabras articuladas que no fue capaz de escuchar y mucho menos interpretar (debido a la forma en la que estas habían sido pronunciadas) la paralizaron del miedo, y aferrándose lo más que pudo al brazo de su hermano, le dieron el valor suficiente para seguir al hombre que acababa de pasar por su lado sin siquiera cuestionar.   

Porque sí, aún si le preguntaban de nuevo y le daban la posibilidad de reflexionar, escogería una y mil veces lo que fuera que les fuera a pasar a manos de ese tipo que seguir siendo observada por esa mirada psicópata y demencial. 

Fue en ese preciso momento cuando la primera de las tres maletas que llevaba consigo el letrado le fue entregada al piloto que se encontraba posicionado frente a él, y que, sin perder la sonrisa de medio lado, dio dos pasos al frente para deleitarse con la cuantiosa suma de dinero que recompensaba el tener que trabajar para escorias como esas, a las que, de haber tenido la oportunidad, hacía mucho tiempo que hubiese mandado al más allá.

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⏰ Última actualización: Nov 01 ⏰

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