𝐻𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑎 𝐸𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑

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𝓔𝓼𝓹𝓮𝓬𝓲𝓪𝓵 𝓹𝓸𝓻 𝓮𝓵 𝓭𝓲𝓪 1 𝔂 2 𝓭𝓮 𝓝𝓸𝓿𝓲𝓮𝓶𝓫𝓻𝓮.

En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía Iguro Obanai, un joven apuesto y solitario

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía Iguro Obanai, un joven apuesto y solitario. Cada año, el 1 y 2 de Noviembre, Obanai sentía una extraña melancolía. Se sentaba en su jardín, rodeado de flores de cempasúchil quienes eran muy extrañas para esas tierras pero por alguna extraña razón crecían al rededor de su casa, también las velas encendidas en algunos lugares del suelo de su solitaria cabaña y esperaba sentado por alguna razón.

Era de todos los años, cada año se sentía melancólico. Siempre pensaba que era por el hecho de haberse alejando de la familia que lo acogió o también por estar solo en la oscuridad del bosque, solo sin nadie a su lado.

Un día, mientras contemplaba la luna, vio una figura elegante y etérea acercarse. Parecía algo irreal pues tenia la silueta de una persona, con un vestido negro, largo cabello negro adornado de flores como aquellas anaranjadas que crecían en el suelo de sus tierras. Su rostro era pálido y hermoso con preciosos dibujos de colores, lineas y flores dibujadas en su cara, con ojos de color azul profundo que brillaban como estrellas en la noche. Era un ente muy extraño.

Aquella figura pasaba sobre un camino de pétalos brillantes de color anaranjado, caminaba de manera lenta y majestuosa que Obanai quedo encantado con tal belleza que pasesba por el sendero que no sabia que habían pétalos brillantes allí. Por un momento, la figura se detuvo para voltear a su lado y observar al humano que por extraño que sea, lo podía ver.

Ella decidió caminar hacia donde Obanai pero se detuvo en el limite del camino de flores. La curiosidad le gano a Iguro quien se levantó de donde estaba y se acerco al ente, tenia nervios pero se sentía en paz.

-¡Ey! Hola.. ¿Me entiendes? - El de ojos heterocromaticos miraba como la "dama" movia su cabeza confundida por el actuar del chico.

Obanai al ver que el ente no respondía se frotaba los ojos esperando que desapareciera hasta que escuchó una risa. Era de "ella".

-Si.. Te entiendo.. Hola..- Ella resulto ser un él, tenia una voz algo masculina pero suave a su parecer.

-Oh... Crei que no me entendiste...- El ente llevó su mano enguantada cubriendo la risa que amenazaba con soltar.

-Los catrines como yo comúnmente no nos vemos... Pero se ve que eres especial Obanai...- Obanai quedo sorprendido al ver como esa catrina, lo supone por el elegante vestido negro, sabia su nombre. -No te asustes, yo mayormente se todo.. Mi nombre es Giyuu.- La catrina se presentó como Giyuu, y Obanai creyó que era solo un producto de su imaginación pues era un ente muy misterioso y tan perfecto para este mundo.

-¿Y que haces aquí? ¿Vienes de visita al mundo de los vivos?- El chico seguía parado en su lugar donde la cerca de madera lo separaba del camino de la catrina.

𝐿𝑎 𝐶𝑎𝑡𝑟𝑖𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝑁𝑜𝑣𝑖𝑒𝑚𝑏𝑟𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora