Thy
A través de las diferentes ventanas de la limusina, observo las iluminaciones de las tiendas de ropa, los cafés, y los callejones con adoquines. Grupos de personas disfrazadas, caminan animadas por las aceras de Londres. Algunos, con atuendos aterradores, mientras otros, optaron por ser más sensuales y atrevidos, pero igual de sangrientos. Este fin de semana se está celebrando Halloween en el mundo entero.
Estiro el brazo, palpando el muslo tonificado de August, que viene sentado a mi lado.
—¿Nervioso? —susurro, volteando a verlo.
—Muchísimo —bromea, llevando mi mano a su entrepierna.
—Eres muy mentiroso, solo quieres que te manosee.
—Presiento que me aburriré, no tengo temas para hablar con la gente pretenciosa que está esperándote.
Ladeo el rostro, frotando mi palma encima de su miembro y él desliza su mano por debajo de mi vestido, tanteando con su piel y sus anillos mi ropa íntima.
—Estaremos en una galería, tú sabes más sobre arte que cualquiera —jadeo, por culpa del roce de sus dedos arriba de mi sexo.
—Quiero que tú seas mi entretenimiento, te aseguro que será mucho más divertido —sisea, introduciendo sus dos dedos en mí.
—¿Qué tienes en mente?
—Te quitaré la tanga, y te la colocarás con el hilo en medio de tu coño.
—¿Para qué? —gimo; sus dedos se mueven en círculos en mi interior.
—Imagina lo torturante que será pasar toda la noche con tu hilo rozando tu entrada, y con cada pisada, la diminuta tela vibrará contra tu clítoris, dejando que tu lubricación se escurra por tus piernas.
Alzo las cejas, sintiendo cómo sus dedos salen de mi sexo. Pasa su otra mano por debajo del vestido, y levanto la cadera, cierro las piernas, permitiendo que deslice mi ropa interior hacia afuera.
Extrae la tanga por mis pies, la olfatea, y chupa mis fluidos del triángulo de tela, haciendo palpitar mi entrepierna.
—Póntela —ordena, girando la prenda entre sus dedos.
—Te diría que no, solo para admirar cómo te deleitas con mi tanga.
Sonriendo ladino, me la entrega. La agarro, agacho el torso sobre mis piernas y levanto los pies, introduciéndolos en la ropa interior. Subo la tanga, ajustándola a mi cuerpo; está tibia, y como August ha descrito, el hilo queda en medio de los labios de mi vagina, chocando con mi clítoris y rozando mi entrada.
—¿Cómo te sientes? —pregunta con picardía.
—Es distinto.
—Thy, quiero oírte suplicar por mi verga —musita en mi oído, estremeciéndome.
Las yemas de sus dedos regresan a mis muslos, quemando mi piel. Ascienden a mi entrepierna y juega con mi tanga, moviendo el hilo de un lado a otro, golpeando mi botón.
—Gus —menciono con los dientes apretados.
—Cuando las ganas de follar sean insoportables, avísame.
La limusina detiene su marcha frente a la galería.
—Llegamos —pronuncio, y sus dedos penetran mi entrada.
—¿Alguna vez te fotografiaron estando excitada? —demanda, moviendo sus dedos con lentitud dentro y fuera de mi sexo.
—Jamás.
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KARMA
RomanceEnvuelta en secretos, manipulaciones y August Sutherland, la estructurada vida de la condesa Thyra Rosenborg, se convierte en un delicioso caos. *** Thyra, condesa de Rosenborg, influencer y estudiante universitaria. Está a punto de cumplir veintiún...