009 - i love you

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✩ roseanne.
17 años

Tres días atrás

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Tres días atrás.

Había perdido la cuenta de cuántas cartas había escrito durante ese mes en el que no había cruzado ni una sola palabra con Jennie.

Sabía que iba a ser difícil pero nunca pensé que fuera así de difícil.

Pasaba noches terribles al pensar en todo lo que sentía y como lo ocultaba.

No puedo explicar lo mucho que la extrañaba y cuánto lloraba al recordarla.

La extrañaba tanto que traté de reemplazarla con Deva, pero no era lo mismo. No era Jennie.

Me recargué en el sillón a su vez que miraba la película que se reproducía en el televisor.

Era la película favorita de Jennie, "Retrato de una mujer en llamas".

Trataba de no llorar mientras me devoraba un tazón gigante de helado.

Sabía lo preocupada que lucía mi familia al mirarme así, tanto que empezaban a turnarse para hablar conmigo y tratar de persuadirme para que hablara con Jennie o me distrajera y parara de llorar.

Era el turno de mi abuela, que traía unos caramelos y unas mascarillas para el rostro que sabía que eran idea de mi hermana, Alice.

Se sentó justo a mi lado, se que no estaba interesada ni en lo más mínimo por la película que estaba viendo pero si en hablar conmigo.

—Soy la única que lo sabe, los demás piensan que solo fue una simple pelea —murmuró por lo bajo
mi abuela—. No diré nada.

Sonreí al escuchar lo que decía.

—Gracias, abu —susurré dándole un beso en la mejilla.

—Creo que deberías hablar con ella, decirle lo que piensas y sientes. No está bien reprimir tus emociones. —Su voz seguía escuchándose como un susurro pero un poco más elevada para que pudiera entender mejor su mensaje.

Solo asentí, era un consejo que ya había escuchado pero que no me atrevía a seguir.

—Abu, ¿cómo te conquistó el abuelo? —Rompí el silencio al ver cómo aparecían los créditos de la película.

—Tu abuelo era bastante insistente, yo era de esas chicas tercas que ocultan sus sentimientos y ponen un muro alrededor de su corazón para no salir heridas —dijo—. Pero, a veces hay rasparse y quebrarse un poco para volver a construirse de mejor forma, es parte del destino, y no debe existir miedo a ser lastimado.

—¿Y qué pasó después?

—Tu abuelo no se rindió ni flaqueó ni por un momento hasta que un día me orilló a confesar mi amor junto con él. Y lo demás es historia.

11:11 - chaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora