¡Tres!

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Pedro se mantenía sentado en unos pollitos¹ moviendo el pie de lado a lado, esperando que Tomás se aparezca.

Había podido sacar un poco de información gracias a una compañera, no fue exactamente que ella le dijo por decir, digamos que la amenazó, no del todo, pero fue parecido.

Dudaba que lo que le contaron fuese verdad, Rodrigo no era esa clase de persona, nunca fue un chiquillo problemático, lo único malo que hace es escaparse de la casa para no tener que ver a su familia pelear por undécima vez al no tener plata de la quincena para la comida.

Me cago en Figueres² Dice frustrado, cuando de la nada escucha pasos y se voltea, esperando que fuera Tomás, pero no, era Mauro. —¡Diay³ qué, Pedrito!—

Saluda el menor, estrechando la mano con el castaño. —Todo bien ¿Y eso que no ande con Tuli o esa gente?— Preguntó, mirando al chico, quien se encogió de hombros mientras se sentaba a su lado.

—Nah, por ahí andan, además, lo vi a usted aquí solo, ¿A quien espera?— Preguntó cruzado de brazos, el mayor miró arriba tratando de ver si Tomás estaba en el segundo o tercer piso, pero nada de él.

—Esperando a Tomi, pero el playito ni sus luces— Dice indignado como si lo hubiera dejado plantado, bueno, algo así era. El menor miró arriba también, volviéndose a encoger de hombros.

Pedro suspiró por última vez, antes de escuchar bullas y silbidos al lado de los futbolines⁴ cerca de la soda.

Arqueó una ceja y miró al menor, quien se levantó y caminó un poco a donde venía el ruido, notando un grupo de gente hechos un círculo alrededor de algo, no sabía de que se trataba.

Le hizo una seña a Pedro de que se acercara. Cuando llegó trató de mirar por encima de algunos chiquillos que pasaba, y logró notar a el amigo de Mauro; Iván, y otro tipo. Ambos parecían estár hablando.

Oh, bueno, no estaban hablando, a no ser que ahora la gente se hable de lo más normal agarrándose a golpes y pegándose tres gritos.

Se sobresaltó junto con el de cabello blanco, mientras se escuchaban más las bullas de la gente apoyando la pelea entre ambos muchachos.

Mauro estuvo a punto de acercarse cuando Pedro lo agarró, diciéndole que mejor no se metiera en eso o saldría peor, y aunque él renegó le hizo caso.

Los gritos de las personas y la gente grabando los dejaban sin entender, hasta que Pedro pudo ver con un poco de dificultad a alguien agarrando a Rodrigo por los hombros, como que impedía qué se metiese.

—Me lleva quien me trajo— Maldijo, diciéndole a Mauro que Rodrigo se encontraba en todo ese desastre, así que ambos como pudieron se acercaron hasta él, justo viendo como la auxiliar y el profesor de cívica se metían en todo el despelote.

El castaño se acercó al de ojos hazel, y lo tomó del brazo, haciendo a la persona que lo retenía soltarlo al ver que era su amigo y a él verlo con miedo.

Ambos mayores se sobresaltaron al ver que el bajito tenía el alrededor del ojo rojo y lágrimas en ambos, las cuales recorrían sus mejillas rojas.

—¡Rodri! ¿¡Qué pasó!?— Preguntó Pedro tomando las mejillas del bajo con ambas manos, alejándose un poco del círculo de gente. El menor sorbio su nariz y negó, haciendo a los otros dos confundirse.

—¿¡Y ahora qué, dumbo!? ¿¡Va a tener los huevos para golpearlo otra vez!?—

Escucharon la voz del pelinegro entre el círculo, Mauro frunció el ceño y se acercó más, Rodrigo abrazó a Pedro, escondiendo su cara en su pecho mientras el castaño mayor le acariciaba el cabello con cuidado.

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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Equivocación || RodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora