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El viento soplaba con fuerza mientras Edgar caminaba rápidamente por las calles desiertas, con la esperanza de llegar a la estación de tren a tiempo. Cada paso que daba era un intento de evitar los gritos de su padre. Quien siempre estaba al borde de la ira cuando llegaba tarde a casa. La presión de esa expectativa lo empujaba a moverse más rápido, a ignorar el frío que le chocaba en su cara

Mientras apretaba el paso, su mirada se desvió hacia su mano, la herida aún estaba fresca, un recordatorio doloroso del encuentro con Fang, el chico problemático que siempre lo acechaba. Fang había encontrado su punto débil, burlándose de su naturaleza callada y de la falta de una madre en su vida.

"Mudo", le gritaban sus compañeros, y aunque las palabras le dolían, había aprendido a llevarlas como una carga silenciosa.

Hoy, Fang había llevado las cosas demasiado lejos. Había empujado a Edgar con fuerza, haciéndolo caer y, en su caída, había lastimado su mano con una piedra afilada que se había escondido en el suelo. La sangre había brotado, y en ese momento, la rabia y la humillación se entrelazaron en su pecho.

Mientras apuraba el paso hacia la estación, sintió un pequeño golpe de una piedra detrás de él. Al darse vuelta, ahí estaba Fang, con una sonrisa burlona que iluminaba su rostro. Edgar recordó que, como vecinos, sus caminos siempre se cruzaban.

Fang:¿A dónde vas tan rápido, mudo?.
preguntó Fang, acercándose con ese aire de confianza que siempre tenía.

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Edgar se encontraba en el suelo, sintiendo el ardor en su cara donde Fang lo había golpeado. Sus mejillas estaban marcadas, y el dolor físico se mezclaba con la angustia que lo invadía. Fang, de pie sobre él, insistía con una voz burlona.

Fang:Vamos Edgar,¡HABLA!.

Pero las palabras se negaban a salir de sus labios, la tristeza y la rabia lo mantenían en un silencio doloroso. Contuvo las lágrimas, sintiendo que hablar solo lo haría más vulnerable.

Hasta que un anuncio resonó y los interrumpio, informando que el tren estaba a punto de partir. Edgar observó cómo Fang se distrajo, girando la cabeza hacia la pantalla, entretenido por la posibilidad de perder el tren. Fue el momento perfecto. Aprovechando la confusión, Edgar se levantó rápidamente, sintiendo una mezcla de determinación y miedo.

Fang, aún en su estado de distracción, se dio cuenta tarde de lo que estaba sucediendo y comenzó a seguirlo. Pero ya era demasiado tarde, el tren había comenzado a alejarse, sus luces parpadeando mientras las puertas se cerraban con un golpe sordo. La decepción se dibujó en el rostro de Fang, quien estaba a punto de volver a lanzar un insulto, pero se detuvo en seco al ver a Edgar.

Este estaba de pie, con las lágrimas deslizándose por sus mejillas. El espectáculo lo dejó sorprendido. Era como si Fang hubiera logrado lo que siempre había querido hacer llorar a Edgar. Sin embargo, en lugar de la satisfacción que había imaginado, sintió una extraña incomodidad. No era la victoria que esperaba.

Edgar, solo pensaba en lo que le esperaba en casa, los problemas con su padre por llegar tarde de nuevo, las palabras hirientes que no podrían evitarse. Esa incertidumbre lo aplastaba, y sus lágrimas fluían sin control.

Fang miró a su alrededor, notando cómo las personas que habían bajado del tren minutos antes los miraban mal. Las miradas de desaprobación lo hicieron sentir incómodo, como si la burla que había disfrutado tanto se volviera en su contra. Intentó acercarse a Edgar, pero este, sintiéndose abrumado y vulnerable, se alejó, buscando refugio en una banca.

Se sentó, con la cabeza entre las manos, tratando de recomponerse. Las lágrimas seguían brotando, y no podía evitarlo. Fang lo observó desde la distancia, sintiendo una mezcla de confusión y culpa. Nunca había visto a Edgar así, y la imagen de su compañero, normalmente tan callado y reservado, quebrado ante sus ojos, lo hizo cuestionar sus propias acciones.

¡déjame ayudarte!(Fang x Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora