Otro día más en el infierno que llamo instituto. Otro día más fingiendo ser invisible. Otro día más odiando a Jay Parker con cada fibra de mi ser.
Dicen que soy guapa, pero ¿de qué sirve eso cuando nadie te ve realmente? Suspiro y me pongo la sudadera con capucha, mi armadura contra el mundo.
-¡Mía, vas a llegar tarde!- La voz de mi madre resuena desde la cocina.
Bajo las escaleras de dos en dos, esquivando a mi hermano pequeño Timmy que corre con un avión de juguete.
-¡Cuidado, enano!-le grito, revolviéndole el pelo al pasar.
Mi madre me mira con esa mezcla de amor y preocupación que siempre me hace sentir culpable. -¿Has dormido bien, cariño?-
Asiento, evitando su mirada. Las pesadillas son cosa mía, no necesita saberlo. Imágenes borrosas de gritos y sangre me asaltan, pero las aparto rápidamente. No es el momento.
-Que tengas un buen día, mi amor- dice, besándome la frente.
Si ella supiera...
Salgo de casa con el estómago revuelto. El aire fresco de la mañana me golpea la cara, pero ni siquiera eso logra despejar la niebla que parece envolverme constantemente. Camino hacia el instituto con la cabeza gacha, contando mis pasos para no pensar en nada más.
1, 2, 3...
Llego al número 267 cuando diviso el edificio gris y deprimente que es mi instituto. Un escalofrío me recorre la espalda. Aquí es donde todo empezó, donde mi vida se fue a la mierda. Pero nadie lo sabe, nadie lo ve. Para ellos, solo soy Mía, la chica invisible.
Respiro hondo y me adentro en el caos.
El pasillo del instituto es un hervidero de hormonas y dramas adolescentes. Me abro paso entre la multitud, invisible como siempre, hasta que...
-¡Eh, cuidado!
Choco contra algo duro y cálido. Levanto la vista y mi corazón se detiene por un segundo. Jay maldito Parker me mira con esos ojos azules que hacen suspirar a media población femenina del instituto.
-Vaya, vaya, pero si es la ratoncita Mía-dice con esa sonrisa arrogante que me dan ganas de borrarle de un puñetazo. -¿No deberías estar escondida en alguna biblioteca?-
-Vete a la mierda, Parker-escupo, intentando rodearle.
Pero él es más rápido y me bloquea el paso.
-Uh,uh, esas no son palabras dignas de una dama.-
-¿Y tú qué coño sabes de ser un caballero?-le espeto, sintiendo cómo la rabia me sube por la garganta.
Jay se acerca, invadiendo mi espacio personal. Puedo oler su estúpido y caro perfume, y por un momento me mareo. -Vamos, ratoncita, no te pongas así. Sabes que en el fondo te encanta que te preste atención.-
Sus palabras me golpean como un puñetazo en el estómago. Si él supiera... Si supiera por qué le odio tanto, por qué su mera presencia me revuelve las entrañas.
-Preferiría besar a un sapo-gruñon, empujándole con todas mis fuerzas.
Jay retrocede, sorprendido por mi reacción. Por un segundo, veo algo en sus ojos. ¿Confusión? ¿Preocupación? No, imposible. Jay Parker no tiene sentimientos.
-¡Eh, Jay!- La voz chillona de Brittany, la abeja reina del instituto, rompe el momento. -¿Qué haces hablando con la rarita?-
Jay se gira hacia su séquito de a9dmiradoras y vuelve a ponerse la máscara de chico popular y despreocupado. -Nada, solo enseñándole cuál es su lugar.-
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Reflejos rotos
RomanceMía Stewart se siente como una sombra en su instituto, una chica que pasa desapercibida en el bullicio adolescente, su mundo interno está marcado por pesadillas y secretos oscuros que la mantienen atrapada en una prisión de soledad. Cada día es una...