Una pelicastaña llegaba a paso lento, desastroso hacia la cafetería, obteniendo un aire inmenso de calma al ingresar.
Se acerco a uno de los dependientes del lugar, procediendo a hacer su pedido usual. Sin embargo, el chico encargado le informo que la maquina se hallaba averiada.
Mary Ann dio un suspiro frustrado, para luego regañar al pobre joven por algo que escapaba de sus manos.
Había sido una mañana sin duda dificultosa y estresante, se sentía amargada, casi enferma. Su tono de voz era entre uno enojado y uno triste. Ella misma sabia que su actuar no estaba bien, pero era el único lugar donde el cliente, que era ella en este momento, mandaba y tenia la razón.
Se estaba dejando llevar por el fastidio.
Esa mañana su jefe amenazo con despedirla, ya que como su reloj no había sonado llego tarde al trabajo.
-Me encuentro algo cansada, disculpe, ¿Podría traerme al menos un crepe, por favor?
El encargado accedió con sumisión, y se fue a preparar su pedido en seguida.
Mary Ann, a ojos de los demás se veía furibunda, airosa e irrespetuosa. Pese a ello, a la protagonista poco le importaba ahora, si es que alguna vez le importó.
Se fue a sentar en el asiento numero 22, reviso su teléfono, observando los muchos mensajes de su madre, las llamadas de su jefe y amenazas de ser despedida. Estaba harta.
Jugaba con su cabello intranquilamente y mordía sus labios.
Observo a la ventana, vio gente caminar, parejas, familia, niños y veía la ciudad en si, casi nunca tomaba atención a esto, ya que su ritmo de vida era bastante acelerado.
Recordó como era antes su vida antes del trabajo, luego se acordó de todos los problemas que le revolvían la cabeza tanto antes como actualmente.
Recordó los guisos de su madre, a penas llegaba de la escuela esta le servía la comida en un plato de vidrio rosado, el que más le gustaba.
Siguió viendo, habían mascotas incluso, con sus dueños obviamente, divisó entre la inmensa cantidad de gente a un chico que estaba dando un espectáculo de lo que parecía ser comedia.
-A continuación, amigos, seguiremos con el show- Dijo el chico a su público.
Personas aplaudieron, mientras que muchas otras reían en conjunto, un aire de unión y alegría.
Mary Ann seguía observando, le pareció aburrido, miraba y miraba tratando de encontrarle la gracia o el sentido, y no era que el chico fuese malo en ese rumbo, era conocido al parecer, pero ella nunca había comprendido lo que hacía.
No tenía muy buen sentido del humor, no le agradaban mucho los chistes, o tal vez no tenia tanto tiempo para relajarse.
El chico tenía una especie de máscara, era de color blanco y con un tipo de sonrisa mal hecha que le daba algo de magia a la máscara que cubría su rostro por completo.
Con un traje color negro, corbata roja y un sombrero alto del mismo color del traje.
-Parece interesante- Dijo Mary Ann apoyándose en su brazo observando.
Una sonrisa se mostró en su rostro, hace meses que no sonreia asi, bueno hace meses que no sonreía, todo solía ser estrés.
El chico seguía haciendo una que otra broma o chiste en su show, luego se apresuró a hacer unos trucos de magia excelentes, los cuales aprendió del gran Mach Señiel porque, eran increíbles.
Mach Señiel era un gran mago conocido por ser uno de los primeros en la ciudad y que tenía cierto control en la mayoría de empresas de la ciudad, aunque ya no se sabía mucho de él desde 1991.
ESTÁS LEYENDO
Lo que siempre busque
RandomLos finales y los comienzos son tan impredecibles, la verdad dentro de una mentira, y las mentiras ocultas en verdades. Lo que siempre busque, es una novela que habla sobre todo esto, acerca de los secretos profundos y los amores, tantos dolores su...