Visita sorpresa

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Una tarde, Gala estaba organizando algunos papeles en la oficina de Karime cuando escuchó unas risas y una voz desconocida que provenía de la recepción. Curiosa, se asomó y vio a una mujer de apariencia llamativa, con un estilo muy particular que hacía que se destacara a simple vista.

—¡Karime! ¡Al fin te encuentro! —exclamó la mujer con un abrazo despreocupado, sin la formalidad con la que los demás trataban a la jefa.

Karime sonrió ampliamente, algo que Gala rara vez veía en ella, y le devolvió el abrazo.

—Nacha, ¿cuánto tiempo sin verte? —respondió Karime.

Gala intentó regresar discretamente a su lugar, pero antes de que pudiera hacerlo, Karime la llamó.

—Gala, ven, quiero presentarte a una amiga de toda la vida: Nacha Michelson.

Gala se acercó, algo nerviosa. Nacha la observó con una sonrisa divertida y una mirada analítica que la hizo sentir como si estuviera siendo evaluada.

—Oh, así que tú eres la famosa asistente de Karime. He escuchado hablar mucho de ti —dijo Nacha, con una chispa de picardía en los ojos.

—¿De mí? —respondió Gala, sorprendida y sin saber si eso era algo bueno o malo.

Karime se limitó a esbozar una sonrisa leve, sin confirmar ni desmentir las palabras de su amiga.

Nacha tomó asiento sin esperar invitación, y enseguida la conversación entre ella y Karime se tornó animada, con bromas y comentarios que mostraban una historia compartida de amistad y confianza. Gala observaba en silencio, sintiéndose un poco fuera de lugar, pero al mismo tiempo, fascinada por la versión de Karime que se mostraba frente a Nacha.

Después de un rato, Nacha miró a Gala y, de repente, le hizo una pregunta inesperada.

—Dime, Gala, ¿cómo es trabajar con Karime? ¿Te trata bien? —preguntó, con una sonrisa cómplice.

Gala miró a Karime, algo incómoda, pero se animó a responder.

—Bueno, es... exigente. Pero he aprendido mucho trabajando aquí —dijo, tratando de mantener un tono neutral.

Nacha rió, y Karime también sonrió, como si ambas compartieran una broma interna.

—Sí, así es ella. Pero te aseguro que bajo esa apariencia fría, Karime es un pan de Dios —comentó Nacha, guiñándole un ojo a Gala.

Karime puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar reírse. La presencia de Nacha le daba a la oficina una calidez que Gala nunca había sentido antes.

Esa tarde, Gala observó cómo Nacha lograba hacer que Karime se sintiera relajada, menos controlada, y fue inevitable pensar en lo mucho que desearía algún día tener esa confianza con ella. Por ahora, solo podía observar, pero cada momento como ese hacía que sus sentimientos hacia Karime fueran más difíciles de ignorar.
Después de la visita de Nacha, Gala no podía dejar de pensar en la forma en que interactuaban ella y Karime. Era evidente que Nacha conocía lados de Karime que nadie más en la oficina había visto, y eso despertaba en Gala una mezcla de curiosidad y, para su sorpresa, un poco de celos.

Unos días después, mientras Gala estaba revisando unos documentos en la recepción, Nacha apareció nuevamente en la oficina. Esta vez, se acercó directamente a ella.

—¿Tienes un momento? —preguntó Nacha, sonriendo de una forma que dejaba claro que no era una simple pregunta.

—Claro, ¿en qué puedo ayudarla? —respondió Gala, intentando sonar profesional.

Nacha soltó una risa suave.

—Relájate, no soy tan formal como Karime. Solo quería invitarte a tomar un café. ¿Te parece?

La asistente inesperada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora