Promesa

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Y si pudiera protegerte una y otra vez lo haria, cuidaria de tu cuerpo y tu espíritu, sanaría tú corazón y te haría entender que todos los días pueden ser maravillosos si estás con la persona correcta.

En los brazos de aquel hombre hay paz.
Las noches son tranquilas, el aroma me llena los pulmones, puedo sentir un aroma agradable salir de su respiración, y su ropa limpia con la que me abraza al dormir.

Esos aromas juntos me adormecen, la dureza de su brazo rodeándome la espalda y yo recargada en su costado  hacen que caiga en minutos rendida ante el sueño profundo.

Me encuentro con él, resguardados de una tormenta de granizo en una pequeña cueva, con nuestros improvisados sacos de dormir, compartiendo calor, es demasiado intimo, pero nos excusamos con el hecho de que el frío húmedo es penetrante sin importar que no estemos en la nieve, los vientos feroces cual tornado, el granizo como proyectil lastiman nuestra piel, es por eso que estamos en el suelo,  llevamos treinta minutos en silencio solo abrazados compartiendo calor, sin decirnos una palabra nos posicionamos como lo haría una pareja para ir a dormir cada noche en una cómoda cama.

—Esta tormenta está empeorando — habló

Y es que ahora no se podía divisar nada, salvo la ventisca arrastrando agua  y viento velozmente.

—Pero, hace un momento no estaba así, parece que en un parpadeo empeoró—

Respondí viéndole a los ojos, o bueno al único ojo disponible que me veía desde arriba de su brazo.

—Eso parece— suspiró—espero no te sientas incomoda ... — habló viendo hacia el techo de la cueva, cortando el contacto visual.

—No sensei,  estoy bien,  el frío es tolerable desde que... bueno...— mis nervios me ganaron por primera vez no pude terminar de hablar por pena, con él; me sorprendí y al mismo tiempo no, quiero decir si había reconocido a Kakashi sensei como hombre hace un par de meses pero de eso a que fuera el tipo de hombre con el que yo saldria...

Y es que nunca le he conocido una novia, corro el riesgo que sea mujeriego o quizás prefiera tener muchas opciones y no crea en la monogamia.

Pero desde ese día en el hospital, que fue mi paciente y tuve la oportunidad de atenderle, me percaté que su piel es suave pero sus manos son duras, al mismo tiempo tiene multiples heridas en ella, pero donde no, su piel es tierna y suave, su pecho es duro, y sus brazos igual, sin embargo su abdomen a pesar de serlo me permite descansar en el sin sentir sus huesos de la costilla en mi cabeza.
Aunque ahora me encuentro sobre su brazo.

Sus piernas son musculosas, demasiado trabajadas para un hombre, pero los pantalones anchos logran disimularle.

Atenderle en el hospital fue imprevisto, sorprendentemente agradable y no pude evitar sentirme nerviosa por su cuerpo y por saber de quien era.

No obstante jamás me imaginé llevar al rededor de media hora en sus brazos acostados protegiendo nuestras cabezas y  cuerpos del frio.

—Sensei... ¿usted esta bien?—

—Si lo estoy... —

—Lleva mucho tiempo viendo al techo, ¿esta incomodo conmigo?—

—No, al contrario, eres tan pequeña y cálida, que es casi un calmante para dormir.—

¿Fue eso un cumplido? ¿A caso me dijo que se sentía cómodo de tenerme así?

— oh ya veo,  un calmante, ¿que le tenía intranquilo?—

—¿tú estarías tranquila si te pidieran ser Hokage luego que la aldea haya quedado destruida?—

—Tsunade Shishou va a despertar es solo por unos instantes...—

La Tormenta es testigo (kakasaku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora