II: El Primer Día

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Pasaron los días y finalmente llegó

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Pasaron los días y finalmente llegó... el primer día de clases, aunque entré tres meses tarde.

Mis padres y yo caminábamos por el pasillo de mi "nueva" escuela, siguiendo al maestro que nos mostraba el lugar. El maestro hablaba, pero no entendía nada, apenas un "yes" y "hello".

Los pasillos eran grandes y tranquilos, llenos de cuadros con fotos de estudiantes que habían ganado primeros lugares en competencias. Había muchas decoraciones navideñas, con esferas y guirnaldas que colgaban del techo y adornaban las paredes.

Cada salón tenía su propia decoración temática, sumergiendo a la escuela en un espíritu festivo.

Llegamos frente a un salón, supongo que de arte, pues olía a pintura fresca combinada con el aroma de los crayones. Mis padres conversaban con el maestro y una maestra, mientras yo me quedaba en la puerta mirando dentro del salón. Notaba a los estudiantes, unos doce o trece en total, dibujando.

Algunos me miraban con curiosidad, susurrando entre ellos, pero no me daban mucha importancia. Eran niños de diez y once años, lo suficientemente maduros como para no hacerme sentir incómodo, pero sus miradas no ayudaban a calmar mis nervios.

No entendía nada de lo que decían, solo comprendí que hasta aquí llegué, de vuelta a la "cárcel", pero en E.U. Vi cómo mis padres se iban con el maestro, dejándome al lado de la maestra, con mi lonchera en una mano y mi mochila en la otra.

La maestra me hablaba, pero no entendía. Era alta, con cabello negro y liso. Su sonrisa cálida y sus ojos amigables me daban cierta tranquilidad. Llevaba un atuendo en colores suaves. Creo que notó mi confusión, porque sonrió y me señaló una mesa de cuatro sillas. Solo había dos niños allí. Me senté con la mirada baja y dejé mi mochila a un lado.

Me sentía perdido, con ganas de llorar. No entendía nada y los niños no dejaban de mirarme. Levanté la mirada cuando escuché mi nombre ser mencionado. Vi a la maestra que seguía hablando, mirándome de vez en cuando. Supongo que me estaba presentando como el nuevo alumno.

Cuando terminó de hablar, miré de nuevo a los estudiantes, que seguían dibujando en sus papeles con colores por todas partes. El salón estaba decorado con dibujos y sonaban algunas canciones navideñas. La maestra me pasó un papel blanco y unos lápices de colores.

-Oh... -dije mientras me pasaba los lápices de colores. Me habló, pero no entendía. Creo que pensó que yo no tenía colores. Rápidamente volteé mi mochila y saqué mis lápices recién comprados por mi padre.

La maestra se sorprendió y me dijo algo como "good job, good", lo cual entendí que era algo bueno. Sentí una pequeña chispa de orgullo; poco a poco estaba mejorando.

Un Noviembre InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora