Haces de luces multicolores vuelan por los aires y se desplazan a velocidades supersónicas por el Gran Comedor. Algunos estudiantes huyen despavoridos temiendo convertirse en un feo pato o en un débil renacuajo. Las varitas emiten sonidos y destellos producto de los incontables e inofensivos hechizos que se saben los estudiantes de cuarto año para abajo. Los alumnos pertenecientes a años mayores no interfieren a causa de la presencia de los prefectos, quienes no paran de intervenir y tratar de establecer una conciliación pacífica entre los rebeldes.
Mi boca se entreabre en una O gigante al ver lo que he causado. Por mi culpa, medio Hogwarts se debate en una bestial guerra de hechizos. Mi intención solo era desquitarme por lo molesto que estaba resultando Potter. Sin embargo, ahora comprendo cuánto lo he herido. Lo veo triste y humillado, pero a pesar de eso, sigue firme plantándole una lucha verbal a Draco y tratando de contener a su amigo "la comadreja" Weasley.
Pasan los minutos y los estudiantes de Gryffindor y Slytherin siguen empecinados en llevar esta contienda al límite. Las mesas del Gran Comedor al igual que el suelo quedan colmadas de sustancias aceitosas y resbaladizas por las que ya más de uno cayó de cuerpo completo, los cabellos de varios están electrizados y parados de punta a causa de ataques con mínima potencia eléctrica y, por los pasillos, varios animales como roedores y aves huyen aterrados, tal es el caso de liebres, ratas, erizos y cotorras.
—Expelliarmus —arremete Millicent contra Weasley, quien se ha burlado groseramente de ella.
El cabeza hueca de zanahoria pierde su varita, pero pronto veo a su insoportable hermana lanzando un hechizo de regreso hacia Millicent.
—¡Tarantallegra! —pronuncia con su torpe voz.
Acto seguido, Millicent comienza a bailar el vals. No comprendo de dónde proviene la música, pero ella no puede dejar de moverse al compás de la orquesta. Luego hace un giro y suelta una risita.
—¡Millicent, reacciona! —le ordeno y, entonces mientras sigue bailando, ella lanza un último hechizo como contraataque.
—Rictusempra.
La hermana de los Weasley empieza a reír producto de un ataque de cosquillas hasta sentarse y convulsionar como una desquiciada. Bien, dos bajas más, pues Millicent ahora sostiene las manos de un bailarín imaginario...
Esto ya es suficiente. Ha escalado a niveles drásticos e impensados. Pronto el Gran Comedor comienza a mostrar los signos visibles de la batalla y a vaciarse de estudiantes. Lo que se trataba de un desayuno tranquilo y apacible con la lectura del correo se ha convertido en un caos sin precedentes.
Una serie de pasos retumban a medida que alumnos afligidos dirigen su mirada a quienes están por ingresar al Gran Comedor. No son ni más ni menos que la profesora McGonagall y el profesor Snape, los representantes de ambas casas entran por el pasillo principal hechos una furia. El profesor Snape muestra fastidio y su nariz se arruga en un gesto despectivo hacia nosotros. Me imagino cuánto lo hemos decepcionado.
—Muy bien, alumnos. Están castigados —dictamina la profesora McGonagall hacia sus respectivos Gryffindor—. Este acto tan reprobable será castigado severamente, así que 20 puntos menos para Gryffindor.
—¿Qué? —exclaman varios.
Draco sonríe codeando a Crabbe y a Goyle, además de murmurar burlas jocosas hacia el resto. Sin embargo, pronto se quedan en silencio. El profesor Snape ondea su capa al tiempo que gira en 180 grados y expulsa fuego por los ojos. No obstante, su voz calmada contrasta totalmente con su rabia contenida.
—Qué decepcionante... —murmura viendo hacia cada uno de nosotros—. Sus padres recibirán una notificación inmediata a causa de su mal comportamiento —trago saliva mientras imagino a mis propios padres—. Y, de paso, quedan penalizados con 20 puntos menos para Slytherin. No toleraré más este tipo de comportamiento... —amenaza girando violentamente su capa en el aire.
Me quedo firme en mi posición, pero cabizbaja mirando hacia el suelo. Sé que he sido la causante de todo esto y ni siquiera me he atrevido a intervenir. Temo demasiado a mis padres y a la presión que cargo ahora sobre mis espaldas. Cuando levanto el rostro, mi vista se paraliza en Potter. Todo parece suceder en cámara lenta: sus hombros encogidos, la amargura en su mirada y la furia en sus puños apretados. ¿Qué he hecho? Sé que debe odiarme ahora mismo. No puedo tolerar más la tensión entre ambos, así que huyo sin contemplaciones del lugar. Daphne intenta detenerme, pero la esquivo y luego corro sin parar.
A medida que escapo, susurros y miradas furtivas de otros estudiantes me contemplan con indignación. Una lágrima furtiva pasa desapercibida y escapa deslizándose por mi mejilla. Sigo hasta un lugar apartado y oculto, entonces me recargo sobre un muro frío e inaccesible. Seco mis ojos con los dedos, aunque no lo resisto y busco un pañuelo. No obstante, algo áspero toma contacto con mi piel y se siente tibio. ¡La grulla mágica de Potter! La desarmo con dedos temblorosos y encuentro un mensaje escrito:
"Pansy, entiendo que estás pasando por un momento difícil. Sé que aún no confías en mí plenamente, pero yo no te guardo rencor por el pasado y estoy aquí por si necesitas hablar"
-Harry
Mi rostro se llena de lágrimas y poco a poco sollozo en silencio. ¿Cómo pude ser tan cruel? Así que así se siente... Él me brindaba comprensión y yo solo le devolví el desprecio de una forma multiplicada. Me doy la vuelta y golpeo una y otra vez el muro de piedra, además de librar una profunda batalla interna conmigo misma.
Soy la princesa de Slytherin, crecí pensando que hacer daño a los demás era divertido y me regocijaba con el sufrimiento del resto. ¿Por qué ahora se siente diferente y ya no significa absolutamente nada para mí?
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El juego de la serpiente y el león
FanfictionPansy se cansó del control obsesivo de Draco. Él puede andar con quien sea libremente y ella a escondidas. ¡No! Buscaría a alguien... Al menos pensado y el menos indicado para molestarlo. Su objetivo: Harry Potter, el niño que sobrevivió. Puede que...