En un rincón sombrío de Londres, entre el humo de los cigarrillos y el sonido de un viejo vinilo, Vivian se encontraba mirando el vacío de su pequeño apartamento. El lugar estaba lleno de recuerdos que le ardían en el pecho. Una botella medio vacía de whisky yacía en la mesa, junto a las cartas de amor que Daniel le había dejado. Él había sido su luz y su sombra, la paz y el caos en su vida. Pero ahora, Daniel se había marchado, dejándola sola con un vacío que parecía imposible de llenar.
Vivian y Daniel habían sido inseparables. Desde el primer momento, todo en ellos se sentía magnético. Se sumergían el uno en el otro, como si su amor fuera un refugio en un mundo inhóspito. Pero había algo oscuro en esa relación, algo que hacía que cada discusión se tornara en gritos y cada abrazo en una despedida. Daniel tenía un pasado lleno de secretos, y aunque Vivian intentaba ignorarlo, no podía evitar sentir que algo en él nunca le pertenecía del todo.
Una noche, después de una de sus discusiones más intensas, Daniel se fue sin mirar atrás. "No me esperes", fueron sus últimas palabras. Al principio, Vivian se aferró a la esperanza de que regresaría, que él volvería como siempre lo había hecho. Pero pasaron días, luego semanas, y ella entendió que esta vez era diferente. Él había encontrado a alguien más, alguien que le daba esa paz que Vivian nunca pudo ofrecerle. Se había ido hacia otra vida, dejándola sumida en una oscuridad que parecía eterna.
Así que ahí estaba, en su apartamento vacío, ahogando sus penas en el licor, regresando a esa "oscuridad" de la que Daniel siempre intentó sacarla. Ahora, sin él, esa oscuridad era todo lo que le quedaba, su única compañía. La tristeza era profunda, y cada recuerdo se volvía un cuchillo que se hundía en su pecho. Sabía que debía dejarlo ir, pero cada rincón de su mente estaba atado a él.
Con el tiempo, Vivian comprendió que la "oscuridad" no era solo un lugar sin él, sino el eco de sus propias inseguridades y cicatrices, aquellas que Daniel nunca podría haber sanado. Aprendió a vivir con la ausencia, a encontrar en el dolor una fuerza que la empujaba hacia adelante. En su soledad, se redescubrió. Sabía que el amor que tuvo con él siempre sería parte de su historia, un capítulo que la moldearía, pero también entendió que, aunque había regresado a la oscuridad, esta vez no estaba allí para quedarse.
Vivian se levantó, dejó el vaso vacío y se prometió que, aunque su corazón aún dolía, esta vez saldría de la oscuridad por sí misma.
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Esta Historia Me Suena
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