Tan temprano te levantaste aquel día que me sorprendió ver en tu cara esa expresión de determinación, recuerdo que te recargaste en el marco de la puerta a la cocina. Como todos los días yo me encontraba preparando una taza de café, sólo una, porque sé que te desagrada esa amargura del café negro al despertar, y que sólo lo bebés en las tardes de lectura, y no siempre. Me miraste y yo lo supe, pero igual sonreí y dije:
- buenos días, no me di cuenta a que hora llegaste anoche, crudo? - No traías camisa porque te gusta dormir en bóxer, y no te vistes hasta después de tomar una ducha.
-En lo más mínimo, hambriento sí, me pasas un pan? O no, mejor ..-
abriste el refrigerador y tomaste una manzana, empezaste a comerla y te sentaste enfrente de mi, no dijimos nada. Cuando terminaste, rascaste la parte trasera de tu cabeza, se notaba que algo te incomodaba, era tan obvio, arqueabas las cejas como sí estuvieras preparado para dar tus condolencias a la familia de un difunto. Te levantaste girando la silla y dijiste
-voy a tomar un baño, vienes? -
yo sostenía mi taza y miraba las pequeñas ondas dentro de ella, probablemente no recuerdes que tú me obsequiaste esta taza después de una pequeña discusión el año antepasado. Abrí mis labios, yo ya lo sabía todo no tenía casó alargar esto
-el último juntos?- volteaste rápidamente, eres tan despistado que no te imaginabas que yo estaba al tanto de todo.
-Lo sabes?
- Sigues siendo un libro abierto-
- Las malas mañas nunca desaparecen-
Otro silencio.
-Qué haremos ahora?-
- yo he estado pensando en esto, así que creo que tú deberías de quedarte aquí, yo me iré, supongo que no tiene casó dividirnos las cosas, la mayoría son tuyas, sólo me llevare mi ropa y las cosas de la universidad. -
Así que lo habías pensado todo, pero te puedo apostar que no pensaste en como me iba a sentir yo, en como me dolían esos años, en como sentía cada momento irse con las lágrimas de mis ojos, o en que tan solitario sería despertar sin ti.
-Muy bien, entonces te ayudo a empacar tus cosas?
-ah, no, yo lo haré, de hecho, si te parece bien no me iré hasta mañana, hoy tengo que trabajar y no tendré tiempo.
-Ya sabes donde te quedarás?
-Supongo que en casa de algún amigo.
-Y yo supongo que en la de Sebastián.
-Probablemente.
Más silencio. Y te fuiste, escuche correr el agua, yo me apresure a tomar mis cosas y salir de esa casa, nuestra casa, nuestro hogar. No me gusta que me vean llorar, me da demasiada vergüenza, así que me tendré que apartar de ti, y de nuestros amigos, por lo menos hasta mañana que se noté tu ausencia en el cuarto. Fui a mi trabajo de medio tiempo que es un pequeño negocio de mi madre, quien al verme entrar me abrazo tan fuerte, y creo que es porque desde que cerré la puerta de nuestra casa las lágrimas no se detienen. En cuanto me relaje, le conté todo, tu actitudes cambiantes, tus nuevas palabras, los sitios que ahora frecuentas, y por sí fuera poco, le conté el principio de nuestra historia, le hable del día que nuestros caminos se cruzaron.
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¿Es este un final feliz?
Short StoryUn historia trágica acerca de cómo cambian las personas en una relación.