────────✿❀❁❀✿────────Con los ojos entreabiertos, miro al chico ojear aquellos libros en silencio, en busca de párrafos que nos ayudarán en el proyecto y que pudiéramos usar como referencias de textos, tal como quería el profesor de Ciencias Naturales.
—Las tengo, ahora solo hay que anotar las páginas que vamos a utilizar de cada libro. —Organiza los libros abiertos sobre la mesa de una manera muy eficiente.
Me impresiona su dedicación, en serio.
—Yo puedo anotar las páginas en mis apuntes. Luego las pasamos bonito en el informe. —Tomo una de mis libretas de la mochila y un lápiz.
Él por fin parece estar de acuerdo conmigo en algo.
—Página 323 a la 325 habla de... —Comienza a decirme mientras lee fijamente aquello, concentrado totalmente en lo que hacía.
Yo, por otro lado, escribía lo que él me decía en mi libreta, entretanto me cuestionaba un poco por qué él era así. Tan callado, solitario y cerrado a las personas en general.
Me pregunto si su personalidad es así o es que hay algo en él que lo fuerza a tener aquella actitud con el mundo.
Si algo le pasaba o le pasó.
Me intriga mucho en verdad conocer un poco su historia y trasfondo para todo esto.
Quizás para entenderlo.
—Listo, ya son todas las referencias. —Cierra el último libro de un sopetón y lo coloca sobre aquellos tres que ya habíamos usado.
Yo suelto el lápiz por un momento y me acaricio la muñeca adolorida por tanto escribir durante estos largos minutos.
Él se inclina de momento hacia el lado y le veo rebuscar en su mochila y sacar un computador muy delgado y moderno de su interior. Lo coloca sobre la mesa y lo abre tal cual fuera un libro de dos páginas.
—Necesito lo que escribiste. —Se limita a decir con los ojos pegados en aquella máquina.
Empujo mi libreta en silencio hacia él, sosteniéndola junto con mi lápiz entre las páginas.
Dylan solo extiende su brazo hacia ella y posa su mano tanto sobre mi libreta como sobre mis dedos.
Una corriente eléctrica me recorre el cuerpo al jamás haber sido tocada por un humano antes, y por ello solo puedo abrir mis ojos muy grandes como luceros.
El chico quita la vista del computador y prontamente su mirada y la mía se cruzan por una fracción de segundo.
Retiro la mano lo más rápido que puedo de entre la suya y las páginas de la libreta y la escondo de inmediato bajo la mesa, sobre mi regazo.
Él hace una mueca que no puedo describir, entre irritado y avergonzado, para luego continuar, llevando mi libreta hacia él y volviendo al trabajo un tanto perjudicado por lo que pasó.
En mis siglos de vida siempre he sido una diosa muy extrovertida y amigable, pero jamás he convivido mucho con los humanos. Excepto mi amiga Karla, quien era la única humana en nuestros mundos. Porque Mar, Ana y Ebba no se les puede contar; ellas son algo más ahora mismo... así que diríamos que diferentes.
De lo contrario, jamás había venido a la Tierra o tenido contacto con uno de estos seres. Cosa que me resultaba un poco intrigante y, a la vez, incómodo.
De pronto, el sonido de una campanilla que proviene desde el interior de mi celular llena el ambiente y me hace salir de mi trance mental.
Lo miro sobre la mesa desde mi posición; decía: "notificación de Instagram".
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Afrodita ©
FantasyMolesta por la misión que, nada más y nada menos Zeus le a asignado, Afrodita tendrá que hacerse pasar por una chica adolescente. Sí, una diosa de más de mil años tendrá que ponerse su uniforme escolar y asistir a la preparatoria Harold para cursar...