I

103 26 18
                                    

Era otro de esos días que parecían interminables en el palacio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era otro de esos días que parecían interminables en el palacio. Todo su esplendor estaba rodeado de posesiones lujosas: piezas de oro talladas a mano, riquezas incomparables, un lugar soñado para muchos. Sin embargo, el príncipe no pensaba lo mismo.

Los días eran monótonos, sin ningún propósito para él. Su padre ya le había repetido muchas veces que, muy pronto tendría que hacerse cargo del trono. Tendría que prepararse para recibir la corona. Pero, siendo sincero consigo mismo, no tenía motivación para ser rey, y mucho menos para proteger a una nación entera. De hecho, cada vez que pensaba en su futuro, un peso le oprimía el pecho.

¿Cómo debería continuar con su vida? Había dejado de buscar la respuesta hace mucho tiempo. Aceptó que este era su destino, que nada cambiaría. En el fondo, no quería continuar. Pero claro, eso no lo sabía su padre.

Perdió el hilo de sus pensamientos cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse.

—Príncipe Shadow —el mayordomo soltó un jadeo al observarlo, sorprendido de encontrarlo despierto. Aún era muy temprano para empezar sus labores reales.

El príncipe hizo una pausa del libro que estaba leyendo y le prestó atención.

—Si me permite decirlo, es demasiado temprano aún —comentó el mayordomo en un tono amable. Luego agregó—: Mis disculpas por haber interrumpido su lectura.

—No te preocupes, Sebastián —respondió el príncipe, cerrando su libro y apoyándolo en sus rodillas.

El viento recorrió las cortinas de la ventana, dejando expuesta la figura de la luna descendiendo entre las montañas, dando paso a los primeros rayos del sol.

El erizo azabache contempló la puesta en escena con una expresión profunda y serena. Apagó la linterna de mesa con un soplido y dejó que la luz natural iluminara su habitación.

—No llevo mucho tiempo despierto —mintió para no preocuparlo.

Sabía que el mayordomo le tenía un enorme cariño en comparación con su padre, y por esa razón, lo que menos quería era cargarlo con sus propias inquietudes.

El mayordomo asintió, bajando la vista con respeto, sin dejar de dedicarle una cálida sonrisa.

—Su alteza, simplemente me sorprendió hallarlo despierto. ¿Le gustaría que le trajera su desayuno? —preguntó con discreción.

—¿Tengo el permiso de mi padre para comer aquí? —se había desconcertado un poco por el ofrecimiento. Su padre nunca le había dado la libertad de comer donde quisiese. Siempre le obligaba a ir a la sala del comedor.

—El rey ha salido por un viaje de negocios. Me ordenó que le comunique que no regresará en cinco días.

Con que un simple viaje de negocios; eso quería que creyera. El príncipe conocía perfectamente las intenciones de su padre. En realidad, lo que había estado haciendo era visitar los diferentes reinos con el propósito de forjar un acuerdo de unión, unificando territorios para tener más poder.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Promise |𝐒𝐡𝐚𝐝𝐨𝐧𝐢𝐜| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora