Yoongi entró a la oficina de casa temprano en cuánto recibió el llamado del banco, un dato alarmante lo hizo detenerse en seco. Había una pérdida significativa en las cuentas de la empresa: medio millón de dólares. Yoongi se quedó mirando los números con incredulidad, incapaz de comprender cómo había sucedido. Revisó las hojas una y otra vez, buscando una explicación. Los cálculos no cuadraban, y no importaba cuántas veces sumara o verificara los balances, la fuga era real.
Frustrado, golpeó ligeramente el escritorio con la palma abierta y respiró hondo para calmarse. La presión en su pecho aumentaba, y sabía que no podía resolver esto solo. Cansado y sin más opciones, tomó su teléfono y marcó el número de la única persona que podía ayudarlo.
Mientras tanto, Jimin lidiaba con su propio infierno. Desde hacía días, había evitado las llamadas insistentes de Seung-hyun. No quería hablar con él, no quería verlo, ni estar cerca de ese hombre. Cada notificación en su teléfono era un recordatorio de que ese pasado oscuro seguía persiguiéndolo.
Pero los mensajes eran cada vez más explícitos y amenazantes. En uno de ellos, Seung-hyun exigía verlo. Sabía que ignorarlo solo empeoraría las cosas, pero no encontraba fuerzas para enfrentarlo.
Apagó el teléfono, intentando encontrar refugio en la rutina diaria. Se dirigió al cuarto de los niños, donde Yena y Jihoo dormían profundamente. Mientras ellos descansaban, Jimin aprovechó para limpiar la habitación, ordenando cada juguete y doblando la ropa con precisión casi automática, como si el movimiento pudiera acallar sus pensamientos.
Cuando terminó, salió del cuarto con un suspiro silencioso y, sintiéndose un poco más tranquilo, encendió su teléfono nuevamente. No tardó en llegar una nueva notificación:
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Seungri: Llámame ahora mismo.
Jimin apretó los labios y negó con la cabeza, guardando el teléfono en el bolsillo. No, no quería ceder. No esta vez. Decidió bajar las escaleras hacia la planta baja, pero cuando giró para dirigirse al pasillo, su cuerpo se congeló.
Allí estaba Seung-hyun. Parado al pie de las escaleras, con una expresión furiosa y un brillo peligroso en los ojos.
—¿Por qué no contestas mis llamadas? –preguntó, su tono bajo pero cargado de amenaza mientras daba un paso hacia él.
El aire en los pulmones de Jimin se volvió pesado, y su corazón comenzó a martillar con fuerza en su pecho. Retrocedió un paso, pero Seungri ya estaba demasiado cerca.
—¿Qué... qué haces aquí? –susurró Jimin, casi sin aliento.
Seung-hyun ignoró la pregunta y acercó repentinamente su rostro al cuello de Jimin, aspirando profundamente.
—¿Hueles a Yoongi?–inquirió, con un tono ácido que lo hizo estremecer.
—No... no es lo que piensas... –Jimin negó desesperadamente, su voz temblando mientras intentaba retroceder. Pero Seung-hyun lo atrapó por la muñeca, sujetándolo con fuerza.