Hoy me había levantado con una sensación similar a la de días anteriores. Pero no quiero una rutina esta vez. Quiero límite. Quiero que mi vida sea tan clara como el área delimitada por las cuatro paredes de una casa. No quiero seguir navegando entre aguas cuyas fronteras no parecen existir porque se difuminan para ser una. ¿Qué quiero yo? ¿Qué es lo que deseo? ¿¡Qué es!?... De mis ojos cae el agua que navego sin rumbo: del sur al oeste, del oeste al norte, del norte al este... Así en un ciclo que no acaba. Así, cada día, sin llegar a resultados diferentes. Sé que no importa si escojo el sur, norte, este u oeste; llegaré a tierra firme. Eso lo sé. Pero, ¿por qué quiero ir para allá? Si hago mi vida, si me asiento, es porque nunca supe a dónde iba. Otra opción es dejarme llevar por el viento, el impresionante viento, que no se puede predecir. Capaz me quede en un mismo lugar. No lo sé, ¿a quién recurro? —¡Tripulantes, Capitán, Oficiales! ¿¡A dónde vamos!? A donde miremos, solo es agua —grité. Pero no hay nadie. En la cocina, el dormitorio, en el timón... no hay nadie. Lloro, y el océano se vuelve violento. Las olas amenazan con hundir este barco.
Sigo llorando, cayendo sigue el barco. El agua ha llegado a gran parte de la embarcación. Grito y me ahogo con el agua. Mis ojos se ponen mucho más rojos por la sal del mar. Truenos, brisa, oscuridad, es solo lo que hay. Me gustaría huir con esa barca. Aunque si lo hago, no llegaría esta vez a ningún lado. El barco se tambalea de un lado a otro violentamente, entro al cuarto. No quiero ver la ola que hunda este barco. No la quiero ver. No, no... no. La cama está empapada de agua, el agua ha llenado a la mitad el cuarto. Estoy en la cama de arriba del camarote y, si dejo caer mi mano de esta, siento al mar. Ya da igual, mejor me duermo. Cierro mis ojos, dejo de llorar. Soy nada ante el mar. Soy la mitad de un grano de sal frente al azúcar. Un planeta muerto frente a una estrella fría. Un renacuajo frente a una bacteria. Un marinero soy yo.
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Ultimo llanto de un marinero
EspiritualEl único escrito que se ha rescatado de un marinero solitario que murió de vejez en un barco.