Capítulo 1 - Primera parte
Atraída a otro mundo, Ishidia.
Esa sensación la perseguía desde hacía un tiempo. Era como si alguien la llamase, como si susurrase su nombre, esperando a que lo encontrara, incitándola a buscarlo.
Era como si estuviese vacía, como si le faltara algo, y por alguna razón sabía que ese algo estaba donde provenía esa voz.
Aria salió de casa, sin saber muy bien a donde iba, pero muy pronto lo averiguaría.
Recorría las calles sin mirar atrás, con la mirada perdida y la consciencia casi muerta. Lo único que ocupaba su mente en ese momento era esa llamada, ese algo que la llamaba. No podía soportarlo más.
A cada paso que daba, más rápido iba. Las calles estaban desiertas, y los alrededores bastante pobres de vegetación. Todo a su alrededor estaba seco, parecía un desierto, pero a Aria eso no le importaba, ya que ni se daba cuenta de donde pisaba.
De pronto Aria paró de caminar. Se encontraba en medio de un paisaje desértico, de árido y anaranjado suelo.
La llamada provenía de ese sitio, estaba segura. Se sentía a gusto en ese lugar, como en su casa.
De repente unas anaranjadas llamas envolvieron su cuerpo, acariciando lo y llenándolo de una dulce calidez. Aria se sentía en las nubes. Su vista se volvía cada vez más borrosa, y su cuerpo parecía estar muy lejos de su mente en esos momentos.
Poco a poco la oscuridad fue abrazando a Aria, hasta quedar sumida en el negro mundo de sombras que era su subconsciente.
A las afueras de una humilde Villa, una muchacha yacía en la hierba inconsciente. Su pelo negro estaba esparcido por el alegre pasto, sus ojos verdes permanecían cerrados y sus rosados labios estaban entreabiertos, murmurando palabras inteligibles y sin ninguna conexión entre ellas.
Aria permaneció tumbada en ese hermoso lugar; abundantes y verdes árboles por todas partes, hierba verde y clara, blancas montañas a lo lejos, flores azules, amarillas y rosas, oscuros matorrales con bayas, un río de agua cristalina recorriendo su caudal...
Esa sensación de paz que daba aquel ambiente en contraste con los suaves susurros del viento era como si la hubieran tele-transportado al paraíso.
Aria se removió en el sitio, extendiendo sus manos hasta tocar una bella flor blanca con tonos negros y violetas por el centro.
-¿Qué? ¿Dónde estoy? -murmuró al abrir los ojos.
La imagen de aquel oasis chocó contra su mente.
-¿Qué ha pasado? ¿Cómo he llegado aquí? -dijo alterada. Miraba en todas las direcciones, desesperada por encontrar algo que le confirmase que todo eso era un sueño.
Se pellizcó varias veces la mejilla, y en ellas pudo sentir claramente la presión de sus finos y pálidos dedos.
-Si esto no es un sueño, entonces... ¿Qué es? -se preguntó en voz alta.
-Esto es Ishidia, mi querida Aria. -dijo una voz a sus espaldas.
La muchacha reaccionó rápidamente, girando se tan bruscamente hasta hacerse daño en su delicado cuello, pero no le importaba, quería saber de quien era esa suave y melodiosa voz.
-Ey, estoy aquí arriba. -Aria alzó la vista, hasta toparse con un extraño ser que flotaba en el aire.
Era pequeño, como de medio metro, su pelo era largo hasta los hombros, ondulado y de color miel. Llevaba un sombrero de carnaval muy gracioso, de colores amarillo, azul, rojo y verde, que hacían contraste con sus profundos ojos negros. Sus ropas eran extrañas, de los mismos colores que el sombrero y con formas geométricas, sus zapatos eran excesivamente largos y con un rizo en la punta, de las cuales colgaba un cascabel rosa.
-Encantado Aria, yo soy Orion. -dijo el diminuto venator.
-¿Qué eres? -consiguió tartamudear Aria de manera recelosa, alejando se un poco.
-Soy un venator, algo así como tu estrella polar. Siempre te guiaré por tu camino y nunca me separaré de ti. Esa es mi misión. -dijo muy convencido el pequeño.
-¿Mi guía? ¿A dónde? -Aria estaba confundida, y bastante asustada. No sabía donde estaba, y ese ser le parecía bastante sospechoso, pero no tenía a nadie más a quien preguntar. -¿A qué te refieres con que es tu misión llevarme por mi camino?
-Los venator existimos por la sensación de confusión de otras personas. Somos creados para poder guiarlos por el camino correcto en lo desconocido, y no dejarlos solos en ningún momento. -Orion le sonrió, y Aria pareció aliviarse un poco. -Yo he sido creado por nuestra Deidad del Fuego, Ishida, soberano y rey de estas tierras. Este mundo le pertenece. Él me encargó la misión de llevarte ante él y guiarte por el buen camino.
-¿Ishida? ¿Deidad? ¿El rey de estas tierras? No lo entiendo, ¿y dónde has dicho que estábamos? -la confusión de Aria aumentaba por momentos. ¿Qué pintaba ella allí? Sus padres la estarían buscando, y seguro que cuando volviera le esperaría un buen castigo, un mes sin móvil y sin salir, o través dos.
-El que gobierna este mundo se llama Ishida, es algo así como nuestro Dios, de ahí el nombre de sus tierras, Ishidia. -el venator fue interrumpido en su explicación por la impaciencia de Aria.
-Espera... ¿Es que estamos en otro mundo? -preguntó incrédula.
-Ahí quería llegar. En el universo existen cinco mundos, todos diferentes. El del Agua, el del Viento, el del Rayo, en el que tu vivías, el de la Tierra y en el que nos encontramos ahora, el del Fuego. -Aria abrió la boca incrédula ante la detallada explicación de Orion.
Aria no podía creer lo que sus orejas oían. Le parecía absurdo, y con muy poco sentido. Si esos mundos paralelos hubieran existido la gente lo sabría. Pensaba que eso tenía que ser una mala broma.
-Y suponiendo que eso sea verdad, ¿porqué estoy aquí? ¿Porqué vuestra Deidad quiere verme? -aquel asunto no tenía ni pies ni cabeza, pensó Aria.
-Bueno... El mismísimo Ishida te trajo aquí, eso no lo hace con cualquiera así que supongo que será por algo importante, pero realmente no me ha dicho el porque. -contestó Orion pensativo. -Tendrás que venir conmigo para averiguarlo.
-Orion, no puedo. ¿A dónde se supone que tengo que ir? Yo debo volver a casa con mi familia, todos me estarán esperando. -dijo Aria intentado parecer nostálgica. Estaba claro que si no se esforzaba no podría irse.
-¿Bromeas? No vas a poder volver. -afirmo Orion, y los ojos de Aria se humedecieron un poco, escociendo.
-¡¿Cómo?! -exclamó asustada. -Pero yo... No puedo quedarme...
-Debes quedarte. A menos que la Deidad te lo permita, no podrás irte de aquí, ni de ningún otro mundo, aún que lo desees con todas tus fuerzas. -Aria sentía una desesperación sin igual. Necesitaba irse, desconectar, reflexionar sobre lo que había pasado. Necesitaba despertarse.
-Bien. -dijo decidida. -Llévame hasta él. Cuanto antes lo hagamos antes me iré.
-Bien. Así me gustas, con ánimo. -dijo el venator con una amplia sonrisa de oreja a oreja.
Y los dos juntos, comenzaron a caminar hacia la espesura del bosque.
Sé que es poco pero no he tenido mucho tiempo para poder prepararlo ya que me fui de excursión con mi instituto. Espero que os guste.
Votad y comentad si os gusta. Acepto todo tipo de opiniones, vuestro pensamiento es muy importante para mi.
Espero poder subir la segunda parte pronto, no tardaré más de una semana. A lo mejor lo término este fin y lo subo el lunes. Haré lo que pueda para que este lo antes posible.
Gracias.
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La Guardiana de la Voluntad de Fuego
Fantasy''¿Eres capaz de darlo todo por proteger lo que te importa? Esa sensacion... la rosa que nunca muere en tu interior, esa será tu voluntad de fuego, porque de las cenizas de esa rosa, nace el espiritu, del espiritu la voluntad, de la voluntad el fueg...