Capítulo 1: Bajo las luces de Barcelona

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HÉCTOR AND CHIARA LOVE STORY .ᐟ ֹ

Chiara sentía cómo el corazón le latía con fuerza, casi como si siguiera el ritmo de la música que estallaba a su alrededor. Nunca había imaginado que su primer concierto en Barcelona sería uno como ese. Las luces, el griterío de la multitud, el olor de la calle mezclado con los perfumes y las voces apasionadas coreando cada palabra de Anuel creaban una atmósfera que casi podía tocarse.

—¡Venga, Chiara, esto es una locura! —gritó su prima Lía, tomándola del brazo mientras saltaba al ritmo de la canción.

Chiara soltó una carcajada y se unió al entusiasmo. Sabía que no podía haber mejor forma de adaptarse a su nueva ciudad que perderse en la intensidad de la noche barcelonesa, y qué mejor forma de hacerlo que en un concierto. Se sentía libre, diferente, como si por fin pudiera ser otra persona. Barcelona le daba la oportunidad de reinventarse, de empezar de nuevo.

Cuando la canción cambió a un ritmo más lento, Chiara dejó de saltar y se permitió observar a su alrededor. Fue entonces cuando lo vio, a unos metros de distancia, junto a un grupo de amigos. Era alto, de complexión fuerte y de aspecto serio, pero había algo en su expresión que captó su atención. Llevaba una chaqueta oscura que parecía absorber la luz de los focos, y su mirada, oscura y penetrante, se perdía en la multitud.

Era imposible no notar el contraste entre él y la energía desenfrenada que lo rodeaba. Él parecía inmóvil, como si nada de lo que ocurría a su alrededor lo afectara. A Chiara le resultaba extraño y fascinante a la vez. Sintió una punzada de curiosidad, como si aquel desconocido tuviera una historia por contar, una historia que ella necesitaba conocer.

Lía notó la dirección de su mirada y le dio un codazo juguetón.

—¿Te gusta ese chico? —le preguntó, arqueando una ceja con una sonrisa traviesa.

—No, no es eso... —respondió Chiara, aunque su voz sonó insegura. No era tanto "gustarle" sino que había algo en él que la había atrapado. Era como si sus miradas se hubieran encontrado solo un segundo, y ese instante hubiera bastado para crear un puente invisible entre ellos.

De pronto, la música volvió a subir de intensidad, y el chico, que hasta entonces había permanecido inmóvil, comenzó a moverse hacia el frente, como si también hubiera sentido aquella conexión. A medida que se acercaba, Chiara sintió cómo su corazón aceleraba. Su mirada se cruzó con la de él, y esta vez fue un contacto real. Él la miró con intensidad, sin rastro de una sonrisa, pero con algo profundo en sus ojos que hizo que Chiara sintiera que el tiempo se detenía.

—¡Chiara! —gritó Lía, pero Chiara apenas la escuchaba. La multitud la empujaba de un lado a otro, pero ella solo tenía ojos para aquel chico de mirada enigmática que continuaba acercándose a ella, sorteando a las personas como si nadie más existiera.

Finalmente, se detuvo justo frente a ella. Chiara apenas podía respirar. Estaba tan cerca que podía ver la textura de su chaqueta, el leve reflejo de las luces en sus ojos oscuros. Él la miraba con seriedad, pero sin hostilidad; era una mirada profunda, casi inquisitiva.

—Eres... diferente —dijo él, con voz grave y profunda. Era una declaración simple, pero a Chiara le hizo sentir un escalofrío que le recorrió la espalda.

—¿Lo dices a menudo? —respondió ella, tratando de sonar segura, aunque apenas lograba controlar su voz.

Él esbozó una leve sonrisa, apenas un destello que desapareció en un segundo. —No. Nunca.

—Soy Chiara —dijo ella, sin saber qué más decir, sintiendo la urgencia de llenar el silencio que los rodeaba. Notó que él tenía el rostro serio y que su mirada era tan intensa que le hacía sentir desnuda, como si él pudiera ver mucho más de lo que mostraba su apariencia externa.

—Héctor —respondió él sin apartar la vista.

Había algo en su tono que le resultaba enigmático. Él no parecía el típico chico que buscaba impresionar a alguien, ni tenía la actitud arrogante de otros chicos que había conocido. Su seriedad era intimidante, pero a la vez parecía sincero.

De repente, un empujón de la multitud los obligó a acercarse aún más. Chiara sintió la fuerza de sus manos al sostenerla por los hombros para evitar que cayera. Su contacto era firme, seguro, y Chiara sintió cómo un calor inexplicable le subía por la piel.

—¿Estás bien? —le preguntó él, y por primera vez en su voz había una nota de preocupación.

—Sí... gracias —respondió ella, aún atrapada en su mirada.

Héctor asintió, pero no la soltó de inmediato. Era como si ambos supieran que aquel momento era algo más que un simple cruce de miradas en un concierto. Había algo que los unía, aunque fuera la primera vez que se veían. Sin decir más, Héctor le hizo un gesto con la cabeza para que lo acompañara a un espacio más apartado de la multitud.

Chiara miró a Lía, quien le dio una sonrisa de complicidad y le susurró al oído: —Ve, pero luego me cuentas todo.

Chiara siguió a Héctor a través de la multitud, con el corazón en la garganta. Cuando finalmente llegaron a un rincón más tranquilo, donde la música se escuchaba un poco menos, él se volvió hacia ella con una intensidad que la hizo sentirse como si el mundo entero hubiera desaparecido.

—No soy el tipo de persona que se acerca a desconocidos —dijo él con una voz firme, pero con una sinceridad que la dejó sin palabras—. Pero contigo... fue diferente. Sentí que tenía que hablarte.

Chiara sonrió, sintiendo cómo su propio nerviosismo se transformaba en algo más profundo, algo inexplicable.

—Yo también sentí lo mismo. —Apenas creyó lo que estaba diciendo, pero al ver su mirada comprendió que él también lo había sentido.

Los dos quedaron en silencio, un silencio lleno de promesas y de preguntas sin responder. La música, la gente, el bullicio, todo desapareció en ese instante. Chiara se sintió conectada a él de una forma que nunca antes había experimentado.

Y aunque no sabía lo que el futuro les deparaba, en ese momento, bajo las luces de Barcelona, sintió que estaba exactamente donde debía estar.

Y aunque no sabía lo que el futuro les deparaba, en ese momento, bajo las luces de Barcelona, sintió que estaba exactamente donde debía estar

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𝘽𝙖𝙟𝙤 𝙡𝙖𝙨 𝙡𝙪𝙘𝙚𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙘𝙤𝙣𝙘𝙞𝙚𝙧𝙩𝙤 || Héctor Fort Donde viven las historias. Descúbrelo ahora