Enredada

Mi verdadera amiga.

   ¡Qué lindo día en Gardenview! Todos los toons parecían estar disfrutando de otra edición más del programa de Vee. Algunos participando, otros simplemente mirando. Pero todos estaban allí. Es decir, ¿a quién no le gustan los juegos?

   Eso era lo que pensaba la mayoría. Otra vez nadie notó la ausencia de nuestra pequeña optimista, siempre activa y siempre lista para ayudar: amonite. Oh... ¿Dónde estará? ¿Qué más puede estar haciendo si no es observando el tan amado show de nuestra amada televisión? Se preguntarán, hasta que se escuchen fuera de su habitación los llantos de la misma.

   Lo único que se podían apreciar auditivamente en aquel espacio eran los sollozos de Shelly. Con sus piernas recogidas, su cabeza hundida en ellas y su falda manchada de lágrimas. ¿Quién va a estar allí si todos están centrándose en el conocidísimo programa? Estaba sola, desahogándose a partir de simple agua cayendo por sus mejillas y a merced de sus pensamientos.

──── Oh Shelly... ──── Una voz resonó por todo el cuarto. ──── ¿Qué ocurre?

   Era Dandy. La flor multicolor que todos conocían asemejaba no haberse hipnotizado bajo el encanto de nuestra anfitriona de shows y había decidido dar un paseo. ──── Te escuché desde el pasillo... ──── Afirmó con una voz cálida mientras se sentaba al lado de nuestra amante de los dinosaurios, quien al percatarse de la presencia de la flor se secó las lágrimas con la misma rapidez que tendría alguien al tratar de llegar a alcanzar el agua que vio de lejos en un desierto.

   Un silencio descomunal inundó aquellas cuatro paredes. Shelly solo podía mirar a Dandy, de arriba abajo y de abajo a arriba, ¿qué hacía aquí? Quería estar sola. O al menos eso creía. ──── Soy todo oídos, por favor, cuéntame... ──── Repitió su pedido tan pronto como notó la ausencia de acción.

──── ¿No se supone que estés ayudando a Vee? ──── Tartamudeó la más joven. En su forma de hablar, forma de actuar, y forma de mirar se le veía a la legua su confusión en el momento. Estaba claro que no se encontraba tan acostumbrada a que simplemente alguien se acerque y le pregunte un corto: ¿Qué ocurre? Era obvio que su falta de respuesta no se debía a no tener qué contestar. No. Tenía tanto que decir que podría llevarle horas terminar de revelar siquiera la primera razón por la que se encontraba en ese estado. Más bien se trataba de su poca costumbre a estas situaciones. Muchísimo más de parte del mismísimo Dandy.

──── Me aburrí, Shells, ¿ahora me puedes decir qué te pasa? ──── Preguntó por tercera vez, y como siempre, la tercera es la vencida.

──── ¿Me odian, Dandy? ──── Fue lo único que cuestionó. Una interrogante tan tonta para la posible persona más amable de todo el lugar. No podía estar más claro que la contestación a su cuestión sería:

──── Sí, ──── Afirmó el mayor. ──── si te refieres al resto de toons, sí, les molestas. Mucho. ──── Habló, con indiferencia en su rostro y ni una pizca de empatía visible. Shelly se paralizó, con sus manos tan frías como bloque de hielo. ¿Qué se supone que respondas a eso? No era que no se lo esperara pues esa era la razón de su tristeza, pero, ¿tanto era para que se lo dijeran a la cara? Nuevamente, se pudo ver cómo sus siempre felices ojitos se cristalizaban.

──── Pero, yo no te odio, ¿sabes? No entiendo cómo son capaces de odiar a tan generosa, adorable y capaz persona ──── Rectificó con lo que aparentaba ser sinceridad. Entonces, levantó su mano con la intención de secar aquellas nuevas lágrimas de la cara de su contraria. ──── Y nunca lo haré, porque eres la única persona honesta en todo este sitio. Mi verdadera amiga. ──── Finalizó.

   Se le iluminaron los ojos a nuestra querida Shelly, y en un impulso, se abalanzó en un abrazo hacia Dandy. Toon al que se le dibujó una no muy bonita sonrisa en el segundo en el que la de tonos marrones solo veía con borrosidsd detrás de él.