Una nueva mañana comenzaba en la vida de Tammy, quien iba al colegio junto a su hermana menor Mara. Ambas adolescentes a pesar de llevarse un año eran completamente distintas.
—Entonces si la derivada de X es igual a 6, ¿cuánto vale la ordenada? —preguntó el profesor mientras Tammy dibujaba en su cuaderno— Tamara —la miró esperando la respuesta.
Tammy levantó la vista, desconcertada, con el lápiz aún entre los dedos y el dibujo a medio terminar. Miró a su alrededor, buscando algún rastro de la pregunta en la pizarra, pero solo encontró las miradas divertidas de sus compañeros y el ceño fruncido del profesor.
—Ehh... —tartamudeó, intentando recordar al menos una palabra de lo que había dicho el profesor. Pero la pregunta de la derivada se le había escapado por completo.
El profesor cruzó los brazos, suspirando. —Tamara, ¿te importaría unirte a la clase por un momento? —dijo, con tono severo—. ¿O prefieres dedicarte a tus dibujos y dejar las matemáticas para otro día?
Tammy sintió el rubor subiéndole al rostro y escondió el cuaderno rápidamente. Sin embargo, el profesor no parecía dispuesto a soltarla tan fácil.
—Quizás sería bueno repasar el tema después de clase, Tamara —continuó el profesor, mirándola con una expresión de desaprobación—. Espero que estés más concentrada la próxima vez.
Mientras los murmullos se esparcían entre los compañeros, Tammy suspiró, deseando que el resto de la clase pasara desapercibido. La matemática no era lo suyo, y a veces sentía que cada minuto en el aula era una eternidad.
Al tocar el timbre, Tammy fue la primera en salir, seguida por sus amigas Abril y Martina.
—Tam, la fiesta de Halloween es este sábado, ¿pudiste convencer a la pesada de tu hermana? —preguntó Martina mientras caminaban por los pasillos.
Tammy puso los ojos en blanco mientras caminaban hacia las escaleras del colegio.
—Ay, no me lo recuerdes —bufó, sujetando la mochila al hombro—. Sol siempre tiene alguna excusa, que si los estudios, que si el ensayo... Dice que Halloween es una pérdida de tiempo.
Abril rió y la miró con complicidad. —Bueno, esta vez te toca ser más insistente, Tam. Si no convencés a Sol, ¿quién va a cubrirnos cuando salgamos tarde?
—¡Exacto! —dijo Martina, cruzando los brazos—. Además, ¡es Halloween! Necesitamos a alguien que nos respalde.
Tammy suspiró, sabiendo que ambas tenían razón. Sol siempre era la que terminaba dando la cara cuando sus planes se salían de control, y aunque odiara admitirlo, Tammy sabía que necesitaba su ayuda.
—Bueno, ya veré qué hago —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero no prometo nada. Sol puede ser una pared a veces.
Martina y Abril rieron, y juntas salieron al patio, donde ya comenzaban a planear sus disfraces y las travesuras que harían en la fiesta.
—¡Tenés que convencerla! Va a ser la fiesta del año —insistió Abril retocando su maquillaje en el baño del colegio.
—Ya conocen a Sol, ella insiste en que ustedes son una mala influencia para mi —se alzó de hombros acomodando su falda.—Entonces no le des tantas explicaciones, solo decile que te quedás a dormir en casa —sugirió Martina, que retocaba su peinado frente al espejo, lanzándole una sonrisa cómplice—. Con eso basta, ¿no?
Tammy suspiró, jugando con un mechón de su cabello. —No es tan fácil... Sol se da cuenta de todo. Si sospecha algo, seguro me va a dar el sermón del siglo, y ahí sí, olvídense de Halloween.