21 DÍAS...

Capítulo 2

RENJUN.

–No.

—Pero si ni siquiera...

—No.

—Puedes dejarme al menos...

—No.

Eric exhala fuerte, luego se sienta en mi escritorio, sin tener en cuenta los trabajos que estaba corrigiendo y en los cuales ha posado su irrespetuoso trasero. Ha venido a verme entre una clase y otra, para tomar un café rápido, dijo, pero del café hasta ahora no he visto ni la sombra.

—Sólo te estoy pidiendo un favor.

—Cualquier cosa menos esto.

—¡Ni siquiera lo conoces!

—Y no tengo intención de hacerlo.

—Nunca has querido darle una oportunidad, si lo conoces bien te aseguro que al final no es tan malo como puede parecer.

—Tu inútil giro de palabras no te ayuda. Además, no es que sea estúpido. Me he dado cuenta, ¿sabes?

—Darte cuenta de... ¿Qué?

—Llevas años intentando emparejarme con tu amigo.

Eric se levanta del escritorio.

—¿Qué estoy intentando hacer qué?

—Em-pa-re-jar-me con tu amigo. Sé cómo funcionan las cosas para ustedes.

—¿Nosotros?

—Ustedes los hetero. Si tienen dos amigos gays intentan que se conozcan enseguida.

Eric me mira pensativo, con una ceja levantada y las manos en las caderas.

—¿Sabes que ustedes dos no son tan diferentes después de todo?

—Lo dudo mucho.

Vuelvo a ordenar los exámenes de fin de semestre de la clase de primer año y tomo mi lápiz rojo.

—Lo disfrutas, ¿verdad?

—¿Hmm?

—Hacer todas esas marcas... — Señala con un dedo el papel que está en lo alto de la pila.

—Eres un sádico.

—Sólo soy alguien que hace su trabajo.

—¿Y no eres también un hombre de principios?

—Por supuesto.

—Que cree en los valores.

Ya he entendido por dónde va esto.

—Valores como el de la amistad, uno de los más importantes, fundamental en la vida de todo individuo.

Pongo los ojos en blanco.

—Sólo necesita un acompañante para una noche.

—¿Y no puede encontrarlo él mismo?

—Le he dicho que yo me encargaría.

—¿Ahora necesita tu ayuda? Creía que era un tipo habilidoso.

—¿Y tú qué sabes?

—Te escucho cuando hablas, incluso cuando hablas de él, aunque no me interese. Se llama educación.

—Ahora que lo pienso, no debería haberte contado todas esas cosas sobre él. Me temo que he contribuido a que no se aproximen.

—No es obligatorio, ¿sabes? Que tus amigos se conozcan entre ellos.