Capitulo 1: El despertar de la bestia

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La alarma sonó a las 6:00 am, un sonido que normalmente haría que Mateo saltara de la cama con la energía de un rayo. Pero hoy, la alarma era un enemigo despiadado, un recordatorio de que la paz había terminado. Su hija, Sofía, una niña de tres años con la energía de un volcán en erupción, ya estaba en plena acción.

Mateo abrió un ojo con dificultad, el sol de la mañana se filtraba por la ventana, revelando un caos organizado en su habitación. Sofía, con su pijama de unicornios, estaba sentada en la cama de Mateo, tirando de su cabello con una sonrisa traviesa.

"Papá, ¡quiero chuches!" gritó Sofía, con una voz que podría derribar un muro de sonido.

Mateo se encogió bajo las sábanas, deseando que la tierra lo tragara. "Sofía, son las seis de la mañana. No es hora de chuches."

"Pero yo quiero chuches, ¡ahora!" Sofía se puso de pie, con la determinación de un general romano a punto de conquistar un imperio.

"No, Sofía. Vamos a desayunar primero." Mateo se levantó de la cama, con la esperanza de que la comida calmara a la pequeña bestia.

"¡No quiero desayunar! ¡Quiero chuches!" Sofía se cruzó de brazos, con una expresión de indignación que haría palidecer a un juez de la Corte Suprema.

"Sofía, si no te comportas, no habrá chuches." Mateo intentó mantener la calma, a pesar de que su paciencia se estaba agotando como un grifo con una fuga.

"¡Tú no me mandas! ¡Yo quiero chuches!" Sofía se tiró al suelo, pateando y gritando como un niño poseído por un espíritu rebelde.

"Ay, Dios mío," susurró Mariana, la esposa de Mateo, entrando en la habitación con una taza de café en la mano. "Parece que la guerra de chuches ha comenzado."

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