La mañana continuó con una serie de batallas épicas. La guerra de las chuches se extendió a la guerra por el control remoto, la guerra por el baño, la guerra por la ropa, y la guerra por la paz mental.
Mateo y Mariana, ambos jóvenes y sin experiencia en el arte de la crianza, se encontraban en un campo de batalla sin cuartel. Sofía, su pequeña general, era una experta en tácticas de guerrilla y una maestra del chantaje emocional.
"Si no me das el control remoto, ¡no te voy a dejar jugar a tus videojuegos!" Sofía amenazó, con una sonrisa maliciosa que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones.
Mateo se encogió de hombros, frustrado. "Sofía, no me obligues a jugar a 'Peppa Pig' por enésima vez."
"¡Pero yo quiero ver 'Peppa Pig'! ¡Es mi programa favorito!" Sofía se aferró al control remoto con la fuerza de un gorila, mientras Mateo intentaba liberarlo con la delicadeza de un cirujano.
"Mariana, ¿puedes ayudarme?" Mateo suplicó, con la esperanza de que su esposa fuera una aliada en esta batalla.
"Yo estoy en la guerra por el baño," respondió Mariana, con una voz cansada. "Sofía se niega a usar el orinal."
Mateo se resignó a su destino. La guerra de chuches había escalado a una escala épica, y él, el general de un ejército de uno, estaba en grave desventaja
