Mi caleña

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Mirada con tez y color de pelo onizada

Con sonrisa taimada

que a cualquier hombre anestesiaba,

aquella sonrisa estupefactada.

Muchos a dios le rezaban

Por amanecer con ella cada mañana.

Pobre del poeta que a dios no le rogaba,

pues al demonio su alma le entregaba

con tal de estar con ella cada alba


Poemas a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora