La oscuridad se apoderó de Ana. El sonido del disparo se desvaneció en sus oídos, y todo se volvió una nebulosa de dolor y confusión. Sentía que el calor de su cuerpo se desvanecía, que el peso de la vida se deslizaba lentamente fuera de su alcance.
En su último suspiro de conciencia, vio a Jungkook, con el rostro pálido y sus ojos reflejando una mezcla de terror y desesperación. El sonido de su nombre, entrecortado, se desvaneció cuando ella dejó de escuchar.
Ana despertó en la penumbra de una habitación extraña. Su cuerpo estaba cubierto por una gruesa manta blanca y un ligero dolor punzante recorría su pecho. Intentó mover sus manos, pero el dolor la detuvo. Abrió los ojos lentamente y ahí, frente a ella, estaba Jungkook.
Su rostro estaba cerca del suyo, con su cabello desordenado y su mirada llena de angustia. Él estaba mirando fijamente su rostro, con la expresión tensa, como si temiera que ella pudiera desvanecerse en cualquier momento.
Jungkook: "Ana..." –su voz tembló, apenas un susurro, como si decir su nombre fuera lo único que lo mantenía anclado en la realidad.
Ana intentó hablar, pero su garganta estaba seca, y un dolor punzante la hizo callar. Sus ojos se centraron en su pecho, donde el vendaje estaba visible, rodeado por una ligera sangre.
Ana: "¿Qué... qué pasó?" –su voz era débil, apenas un hilo de sonido.
Jungkook se inclinó más cerca, sujetando suavemente su mano. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y por un momento, Ana pensó que podría romper en cualquier momento.
Jungkook: "Te dispararon, Ana... No sé qué haría si te hubieras ido." –su voz era baja, grave, pero llena de un dolor que Ana nunca había escuchado en él. – "Estás a salvo, pero aún tienes que descansar. No te muevas mucho, ¿de acuerdo?"
Ana, sin poder evitarlo, apretó su mano, sintiendo el calor de sus dedos entrelazados. Un sentimiento extraño y reconfortante la envolvió. No entendía completamente la magnitud de lo que había sucedido, pero algo en su interior sabía que esto era mucho más grande de lo que habían imaginado.
Con el paso de los días, el hospital se convirtió en su refugio. Pero el ambiente estaba cargado de una tensión palpable. Los chicos de BTS vinieron a visitarla, pero la sensación de peligro seguía flotando en el aire. Mientras más pasaba el tiempo, más claro se hacía que alguien estaba detrás de ellos, y no era solo un fanático desquiciado.
Una noche, mientras Ana descansaba, Jungkook se quedó sentado junto a su cama, observándola en silencio. La ventana del hospital estaba abierta, y una suave brisa movía las cortinas. El sonido de la ciudad llegaba distante, como una murmuración inalcanzable.
Jungkook: "No puedo dejar que esto siga así. No sé si quiero que te metas en esto, pero no puedo dejarte sola. No puedo..." –sus palabras se cortaron, y sus ojos se oscurecieron por un momento. Ana lo miró, viendo la lucha interna en su rostro.
Ana: "No soy una chica cualquiera, Jungkook. Ya estoy metida en esto. Tú no estás solo." –su voz era débil, pero firme. – "Lo que más quiero es estar a tu lado, no importa lo que pase."
Jungkook la miró con los ojos llenos de una emoción que Ana no pudo identificar completamente. Había algo en su mirada que era mucho más intenso que antes, algo que iba más allá de la amistad o la admiración. Algo que la hizo sentir mariposas en el estómago.
Jungkook: "No quiero que te lastimen. Te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para que no te pase nada más. No quiero perderte, Ana."
Las palabras de Jungkook golpearon el corazón de Ana con tal intensidad que un nudo se formó en su garganta. Ella no tenía las palabras adecuadas para responder, pero sabía que, en ese momento, todo lo que quería era estar cerca de él, sin importar lo peligroso que fuera.
Pero el peligro no tardó en seguirlos. Al día siguiente, un informante anónimo se acercó a BTS con un mensaje críptico: "La sombra sigue acechando, y no se detendrá hasta que el legado de BTS caiga. El precio es la vida de aquellos que se atrevan a enfrentarse al poder oculto detrás del escenario."
Las amenazas se estaban tornando más personales, más cercanas. Ana, ahora completamente consciente de lo que estaba en juego, no podía quedarse de brazos cruzados. La sombra que amenazaba a Jungkook y a BTS también la alcanzaba a ella. Y aunque la idea de enfrentarse a lo desconocido le aterraba, sabía que no podía huir.
Esa noche, Jungkook se acercó a ella, decidido. Había una determinación renovada en sus ojos, una que Ana reconoció inmediatamente.
Jungkook: "No lo podemos hacer solos. Necesitamos a todo el grupo. Es hora de descubrir quién está detrás de todo esto. Y necesito que estés conmigo, Ana. Lo que está en juego ahora es mucho más grande que nosotros dos."
Ana asintió, sintiendo que, aunque todo estaba fuera de control, algo en su interior la empujaba a seguir adelante. Lo que había comenzado como un sueño, un deseo inocente de conocer a su banda favorita, se había convertido en una pesadilla llena de secretos oscuros y fuerzas que no comprendían. Pero, al mismo tiempo, había algo más en juego. Un vínculo que había crecido entre ella y Jungkook, que ninguno de los dos podía ignorar.
Ana: "No te dejaré solo, Jungkook. Vamos a descubrir qué está pasando. Y no voy a irme de tu lado, pase lo que pase."
La trama se adentra ahora en un terreno más peligroso, con amenazas cada vez más cercanas. La relación entre Ana y Jungkook crece en medio de la adversidad, mientras enfrentan juntos un misterio oscuro y letal.