La tarde caía lentamente en el pueblo, tiñendo todo de un suave tono dorado. Me encontraba sentado en el sofá de mi pequeño apartamento, las luces tenues apenas iluminaban el lugar, creando un ambiente acogedor. Era uno de esos días en los que la soledad me abrazaba con fuerza, pero todo cambió cuando escuché el timbre. Era Manu.
Desde el primer momento en que nos conocimos, supe que había algo especial entre nosotros. Su risa era contagiosa, y sus ojos, profundos y brillantes, con ese color verde tan característicos que siempre tenía, eran unos ojos que me enamoraban, parecían esconder secretos que solo yo podría descubrir. Abrí la puerta y ahí estaba él, con esa chaqueta de estrellas que tanto le gustaba y una sonrisa que iluminaba su rostro.
-Hola, Juanjo -dijo mientras entraba, dejando atrás el frío de la calle-. ¿Qué planes tienes para hoy?
-Nada especial -respondí mientras me acercaba a la cocina-. Solo pensaba en preparar algo para cenar.
-Me parece perfecto. Te ayudo -dijo Manu mientras se dirigía a la nevera.
Mientras preparábamos la cena juntos, nuestras manos se rozaban accidentalmente, lo que hacía que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo. Cada roce era un recordatorio de lo mucho que deseaba a Manu. La tensión entre nosotros crecía cada vez más.
Después de cenar, nos sentamos en el sofá a ver una película. La cercanía era innegable; podía sentir su calor al lado mío. En un momento dado, nuestras manos se encontraron sobre el cojín. Sin pensarlo dos veces, entrelacé mis dedos con los suyos. Miré hacia él y vi cómo su mirada se intensificaba.
-¿Te gustaría salir a dar un paseo? -sugirió Manu.
-No sé... aquí estamos bien -respondí, aunque mi corazón latía con fuerza por salir y sentir su piel contra la mía.
Finalmente decidimos salir a caminar bajo las estrellas. El aire fresco nos envolvía mientras caminábamos por las calles vacías del pueblo. La conversación fluía sin esfuerzo; cada palabra era como un paso más hacia algo más profundo entre nosotros.
Regresamos a mi casa y me sentía nervioso pero emocionado al mismo tiempo. Cuando cerré la puerta detrás de nosotros, algo cambió en el aire; había una tensión palpable que no podía ignorar. Manu se acercó lentamente hasta quedar frente a mí.
-Juanjo... -susurró-. No sé cómo explicarlo, pero siento que hay algo más entre nosotros.
Mi corazón se aceleró al escuchar esas palabras. Sin pensarlo más, lo atraje hacia mí y nuestras bocas se encontraron en un beso suave pero cargado de deseo. Sus labios eran cálidos y suaves; me perdí en esa sensación mientras sus manos empezaban a explorar mi espalda.
El beso fue aumentando en intensidad; mis manos comenzaron a recorrer su torso firme bajo su camiseta ajustada. Sentí cómo respondía a cada caricia mía; sus gemidos suaves me motivaron a seguir explorando cada rincón de su cuerpo.
Con un movimiento decidido, levanté su camiseta por encima de su cabeza y dejé caer mis labios sobre su pecho desnudo. Cada beso que daba sobre su piel lo hacía temblar ligeramente, y eso encendía aún más mi deseo por él.
-Dios... Juanjo -murmuró Manu mientras yo descendía lentamente hacia su abdomen muscular-. Esto es increíble...
Mis labios siguieron bajando hasta llegar a la línea de su pantalón. Podía sentir el calor emanando de él, y eso solo aumentaba mi deseo por despojarlo de toda prenda que lo separara de mí. Con movimientos lentos pero seguros, desabroché sus pantalones y los dejé caer al suelo.
Su erección ya estaba visible bajo la tela del bóxer negro que llevaba puesto; no pude evitar sonreír al verlo tan excitado por mí. Decidí darle un pequeño beso justo en la parte superior del bóxer y noté cómo su cuerpo reaccionó instantáneamente ante mi toque.
-Juanjo... -gimió nuevamente mientras yo le quitaba el bóxer con cuidado.
De repente lo tenía frente a mí: completamente desnudo y vulnerable, pero también lleno de deseo y anticipación. Me miraba con esos ojos verdes y brillantes llenos de pasión mientras yo me inclinaba para tomarlo en mi boca por primera vez.
La sensación era indescriptible; podía saborear cada parte de él mientras mis labios lo rodeaban suavemente. Su sabor era embriagador y me hacía querer más y más. Comenzó a moverse lentamente hacia arriba y hacia abajo mientras mis manos acariciaban sus muslos firmes.
Los gemidos escapaban de sus labios como si fueran música para mis oídos; cada sonido me empujaba a seguir adelante con más fervor. Sentí cómo sus manos se aferraban a mi cabello mientras yo guiaba sus movimientos, deseando profundizar aún más esa conexión entre nosotros.
-Juanjo... no puedo... voy a... -susurró entre jadeos mientras sus caderas se movían al ritmo de mis caricias.
Aumenté el ritmo con mis labios mientras jugaba con mis manos alrededor de su base; sabía que estaba cerca del clímax cuando sus gemidos se volvieron más intensos y desesperados.
De repente, sintiendo cómo todo estallaba dentro de él, Manu se dejó llevar por las olas del placer; me llenó con una explosión cálida mientras yo continuaba disfrutando cada segundo de ese momento tan íntimo entre nosotros. Su cuerpo tembloroso fue testigo del éxtasis compartido entre los dos.
Cuando finalmente me separé de él, vi cómo recuperaba el aliento mientras sonreía satisfecho mirando hacia mí.
-Eres increíble -dijo con una risa suave mientras yo le sonreía desde el suelo.
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Bajo el brillo de las Estrellas
Teen FictionRecuerdo aquel día en la acogedora cafetería del centro, donde todo comenzó. Yo, un soñador apasionado, no podía imaginar que mi vida cambiaría para siempre al cruzar miradas con Manuel, un chico de sonrisa cautivadora. Desde el primer instante, sen...