La vida es tan corta y tan larga a la vez. Hay momentos en los que parece que el tiempo se escurre entre nuestros dedos, que se nos va de las manos con cada día que pasa, pero también hay días en los que el tiempo parece detenerse, cuando la espera o el deseo de algo futuro hacen que todo se alargue. Es un juego extraño, casi contradictorio, que me hace pensar que el tiempo nunca es suficiente y, al mismo tiempo, que siempre hay tiempo para algo más.
Hay tantas historias por contar, tantas que aún no imaginamos. Historias que se entrelazan en el vasto tapiz de la humanidad, muchas de las cuales no conoceremos jamás. Cada rincón del mundo guarda una vida, una anécdota, un pensamiento que podría cambiarlo todo. Tantas personas por conocer, tantas experiencias por vivir, tantas palabras por escribir. Y sin embargo, el tiempo siempre parece desvanecerse, irse, dejarnos con la sensación de que no alcanzamos a explorar todo lo que quisiéramos.
Quizás en otro lugar del mundo, en una ciudad lejana, hay alguien con quien podría compartir una conexión profunda, pero la vida, en su inclemente ritmo, no nos da el lujo de conocer a todos los que podrían enriquecer nuestra existencia. Nos quedamos con la incertidumbre de esas historias que nunca llegamos a escribir, de esos lugares que nunca veremos, de esas conversaciones que nunca sucederán.
Por eso, mientras viva, quiero aprovechar cada segundo. Quiero contar las historias que ya viví, pero también las que aún no he vivido, las que imagino y deseo experimentar. Porque aunque el tiempo se acaba, hay algo más grande en todo esto: la certeza de que siempre habrá algo nuevo por aprender, por descubrir, por decir. Y eso, aunque breve, es lo que realmente importa.
Aquí comienza todo...
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Mi destello fugaz
Short StoryEste escrito lo escribí un día a las 12:29 p.m desde el ordenador de la oficina, me preguntaba sí hasta ahora estoy haciendo bien las cosas, siento que estoy llegando tarde a algo que no sé que es, supongo que así se sienten los 20's, tengo tantas i...