BAJO LA PIEL

DESBORDADOS

El mundo sigue girando, pero yo no lo siento. Mis sentidos están completamente absorbidos por Han, por la forma en que su cuerpo responde al mío, por el suave suspiro que escapa de sus labios cada vez que lo toco. Ya no hay espacio para las dudas, para el miedo. Sólo existe la necesidad de continuar, de explorar, de entregarnos por completo.

Han está a merced de mis manos, y el pensamiento de ser el que lo controla me excita aún más. La línea entre lo que quiero y lo que necesito se difumina cada vez más, y todo lo que puedo hacer es seguir adelante, no dejar que el momento se desvanezca.

Lo miro mientras se acomoda debajo de mí, su rostro pálido iluminado por la tenue luz de la habitación. Los ojos de Han están llenos de algo salvaje, algo vulnerable, pero también hay un destello de confianza. ¿Cómo ha llegado esto tan lejos? La respuesta parece estar justo frente a mí: es inevitable. Esto es lo que hemos estado buscando sin darnos cuenta.

Mis manos no dejan de moverse por su cuerpo, acariciando su pecho, su abdomen, buscando cada rincón de él. Quiero saber qué lo hace reaccionar, quiero descubrir qué lo hace gemir de esa manera, esa mezcla de sumisión y deseo que lo convierte en un desafío perfecto. Y, sin embargo, lo siento tan cercano, como si ya no quedara nada que esconder.

Me inclino hacia él, mis labios bajando hacia su cuello, dejándole una serie de besos ardientes. Siento su piel ardiendo bajo mis labios, y eso solo me hace quererlo más. Mi corazón late con fuerza en el pecho. A lo lejos, las voces de los estudiantes fuera de mi ventana parecen irreales, como si estuviéramos atrapados en nuestra burbuja, lejos del mundo. No hay nada más importante en este momento que lo que está pasando aquí, entre nosotros.

—Minho… —su voz, suave y cargada de una necesidad palpable, me estremece. No puedo evitarlo. Estoy tan perdido en él que parece que no puedo pensar en nada más. Solo quiero más de él, quiero todo de él.

Mis labios se mueven hacia abajo, hacia su pecho, mientras mis manos continúan explorando su cuerpo. Cada músculo, cada curva. Han se arquea hacia mí, pidiendo más, deseando que no me detenga. Me detengo un momento, mirándolo con los ojos brillando de deseo. El control está en mis manos, y aunque la idea de dejarme llevar me tienta, algo en mí me dice que debo esperar, que debo dejarlo claro.

—¿Quieres más? —pregunto, con la voz ronca, mi respiración pesada. Estoy completamente consciente de mi poder en este momento, de cómo él se entrega tan fácilmente, como si no tuviera miedo. Y eso me consume.

Han no responde con palabras. En su lugar, sus manos se mueven hacia mí, buscando mi piel, mis labios, cualquier parte de mí que pueda tocar. Me hace sentir que soy lo único que existe en este mundo para él en este momento. No me puedo resistir. Mi mente se pierde por completo mientras lo acaricio, mientras lo beso con más urgencia.

Mis labios vuelven a sus, esta vez más intensos, más posesivos. El sabor de su boca me enloquece, y mi cuerpo responde sin pensarlo. Mi mano se desliza hacia su cintura, presionando su cuerpo contra el mío, dejándome llevar por la necesidad de sentirlo aún más cerca.

Han responde con la misma pasión. Sus manos exploran mi espalda, mis hombros, y siento cómo se tensa debajo de mí, cómo su cuerpo se estremece con cada roce. Sus gemidos son suaves, pero llenos de deseo, y eso solo hace que mi deseo. Mis manos se estuvieron en su caseta y bajaron sus pantalones de una.

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