Condenada a sufrir

Comienzo

Amane era una chica de 10 años que estudiaba en quinto de primaria y bien normal, aparte de sus problemas con su madre. Una mujer, si se le podía llamar así, muy  cruel y desapiadada que la maltrataba pegándola, insultándola, hiriéndola emocionalmente y arrastrándola por la calle, cuesta abajo. Alguien que era un demonio en forma humana. Esa cosa a la que tenía que llamarle "madre" era quien había echado a su padre de su propia casa, que se la había robado, y no solo le había robado su casa sino que también le robó su tienda, su dinero, sus cosas, sus hijos y su vida. Aunque no pudo conseguir una cosa; que Amane, su hija, le dejara tirado. Ella fue quien apoyo a su padre, dándole todo su amor y dulzura, intentando que su padre volviera a ser feliz. Y aunque los ojos de su padre, nunca volvieron a ser como los de antes, al menos no estaban tan solos, habían logrado tener compañía, tanto la de su hija, como la de su nueva mujer y hijastra y su nuevo hijo, llamado Haru. Ya que su otro hijo de 4 años no le correspondía a causa de las mentiras de su madre y su falso amor hacia el niño que le había dado para poder controlarle y conseguir que no quisiera a su padre, aunque no lo consiguió del todo, ya que Raül, el hijo de 4 años había conseguido mantener contacto con su padre a partir de un régimen de visitas que poseía que había logrado su padre. Sin embargo la ladrona esa desapiadada de la madre de Amane y Raül estaba de los nervios y muchas veces lo pagaba con su hija mayor. Así que ella se escapaba de casa para ir con su padre con el que quería vivir, pero que por desgracia los jueces no le concedían. De tantas veces que repetía esa misma acción de fuga, que al final tubo consecuencias y ya que la niña salió de casa en pijama y sin zapatos, alguien de la multitud de gente no tardaría en llamar a la policía, y eso es lo que ocurrió, un hombre le dijo que acababa de llamar a la policía y que no tardarían en llegar, que no se preocupase, pero justamente era eso lo que le preocupaba. Cuando llegaron le preguntaron que dónde vivía, y ella les dijo la dirección de su padre, pero a medio camino llamó a la policía una mujer diciendo que su hija se había escapado de casa y que no sabía donde podía estar, así que cambiaron el rumbo de la dirección y se inclinaron hacia la dirección que les aclaró su madre.
Cuando llegaron Amane, que no quería volver con su madre, dijo que no la reconocía y que no iba a entrar en casa de una desconocida que se hacia pasar por su madre, que su madre no era ella.
La policía al ver que no cambiaba de opinión se dirijo hacia el cuartel de policía donde Amane no dejó de dar puñetazos a la pared y golpear la mesa con los pies así que se la llevaron, junto con su madre, al hospital de su zona, que es en el que ella nació. Allí le pusieron 3 inyecciones con calmante pero Amane seguía resistiéndose, quería irse con su padre, el cual no sabía nada de lo que estaba sucediendo en ese momento, que fue un fenómeno que no solo cambió la vida de la pequeña, sino que también la suya.
Al cabo de un rato se la llevaron con la ambulancia a otro hospital, donde la ingresaron durante una noche y allí fue donde peor lo pasó en toda su vida, o al menos eso era lo que ella creía, pero se equivocaba aunque lo que vendría después, ella, no podría ni imaginárselo.
Cogió el sueño muy rápido y a la mañana siguiente se dio cuenta de donde estaba, le aterrorizó la idea de estar junto a esa gente, que estaba enferma, pero de verdad. Había chicas con anorexia y otra con otras enfermedades aunque ella solo le preguntó que le pasaba a una de ellas.
Almorzó y se la llevaron hacia otro hospital, donde la ingresaron permanentemente hasta que le dieran el alta.
El primer día lo pasó fatal ya que los calmantes que le dieron empezaban a hacer efecto y se sentía muy débil y cansada, quería dormir pero necesitaba algo frío ya que estaba mareada por culpa de que fueron tres en lugar de uno. Se encontraba mal, quería salir de ese lugar, quería irse, quería irse con su padre al que extrañaba con superioridad. Quería gritar, llorar, desahogarse... Pero no podía.