00: prólogo

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Una hermosa joven de cabello negro y ojos tono grisáceo se encontraba mirándose en su espejo, hasta que el reflejo de un chico detrás de ella la hizo sonreír

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Una hermosa joven de cabello negro y ojos tono grisáceo se encontraba mirándose en su espejo, hasta que el reflejo de un chico detrás de ella la hizo sonreír.

—¿Vienes a darme alguna noticia, Riki?—preguntó ella sin dejar de verlo por el reflejo. Aprovechó de agarrar su cepillo de cabello para poder peinarse.

—No, en realidad... Simplemente quería verla a usted—las nerviosas palabras salieron de los labios de Riki de manera atropellada.

—Qué bien, porque estoy harta de solo escuchar cosas sobre el reino—admitió la chica bufando y volteó a verlo, esta vez sonriendo de manera divertida—Aunque... ¿Qué dirían los demás al saber que un caballero se cuela en la habitación de la próxima reina?

Riki apretó los labios al oír eso.

—Pero usted me lo permitió, señorita Adelaida...

La mencionada soltó una risita y se levantó de su asiento, dejando el cepillo de cabello sobre su escritorio.
Se acercó a Riki lo más que pudo, hasta que sus narices chocaron y sus alientos se mezclaron. El chico la veía con los ojos brillantes, entre nervioso y a la vez emocionado.

—Así es, yo te lo permití—le susurró sobre sus labios, levantando una de sus manos para trazar unos caminos en su cuello—Y sabes que puedes venir aquí cuando quieras, haciéndole creer a los demás que solo vienes a darme algún mensaje, cuando en realidad vienes a besarme.

Riki se puso rojo por esas palabras y Adelaida disfrutó verlo así, por lo que sonrió de lado y dejó un casto beso en sus labios, divirtiéndose al jugar con él.
Luego de eso se dio la media vuelta para para volver a su escritorio, pero Riki la tomó por la muñeca, haciéndola voltear hacia él y trató de besarla, cosa que no pudo ya que Adelaida lo detuvo.

—No, alguien puede vernos—susurró ella apuntando con la cabeza hacia la puerta, la cual estaba abierta.

Aunque eso en realidad a ella no le importaba, simplemente quería jugar con el contrario.

Soltando un suspiro, Riki se dirigió a la puerta y la cerró despacio, tratando de no hacer mucho ruido. Adelaida soltó una risita por su desesperación.

—Usted me vuelve loco, señorita Adelaida—murmuró el chico sobre sus labios al volver a acercarse, haciéndola sonreír.

—Es bueno saber eso, mi caballero.

Luego de esas palabras, Riki la besó y Adelaida correspondió, fundiéndose en un lento beso en donde sus labios danzaban al compás.
Estuvieron así hasta que les faltó el aire, por lo que se separaron y se miraron con una sonrisa.

—Mi dulce caballero, tú siempre me vas a proteger, ¿cierto?—cuestionó ella, mirándolo con esos lindos ojos que tenía.

—Por supuesto que sí, la protegeré con mi vida—afirmó Riki de inmediato—No solo porque es mi deber, sino que también porque eso es lo que quiero.

Adelaida asintió con la cabeza, sintiéndose complacida con su respuesta.

Pero a veces, las palabras eran una mentira.

El cuerpo sin vida de Adelaida cayó sobre el sucio suelo del bosque, lleno de tierras, hojas, insectos y quién sabe que más.
Una imponente figura se encontraba frente a ella, sonriendo con satisfacción y manchado con sangre, su cabello rubio se encontraba sucio con eso mismo. Se relamió los labios, tragándose la sangre que tenía en ellos, sin ser capaz de borrar su malvada sonrisa.

—Mi linda y pobre cazadora de la realeza... Deberías haberlo visto venir.

Y riendo, aquella figura se dio la vuelta, mirando el suelo con esos penetrantes ojos depredadores suyos.

—Quiero que los siete vampiritos esos vean tu cuerpo y se derrumben por completo.

Y las otras tres personas que los rodeaban obedecieron y tomaron los cuerpos de la chica De Fiore, llevándola al palacio para que todos vieran aquel espectáculo.

𝗮𝗯𝗼𝘂𝘁 𝗵𝘂𝗻𝘁𝗲𝗿𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝘃𝗮𝗺𝗽𝗶𝗿𝗲𝘀 ; enhypenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora