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Tenía 11 años cuando mamá murió de cáncer de pulmón

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Tenía 11 años cuando mamá murió de cáncer de pulmón. El tratamiento dejó de funcionar y simplemente quedamos esperando. Recuerdo las largas horas en el hospital, los susurros de los médicos y el constante ir y venir de las enfermeras. Algunos recuerdos son borrosos, como si fueran parte de una pesadilla lejana, pero lamentablemente, todo fue real. Mis hermanos mayores lo recuerdan con más claridad, aunque prefieren no tocar el tema. Cada uno lidió con la pérdida a su manera.

Recuerdo que mi madre solía sentarme en sus piernas, tarareando una linda canción mientras me cepillaba mi entonces largo cabello. Me decía que yo sería un omega; en realidad, todos en la familia lo pensaban. A diferencia de mis hermanos alfas, yo era más tranquilo, más delicado, más afectuoso y mimado, siempre buscando los brazos de mi madre.

Un año después de la muerte de mamá, me presenté como un alfa recesivo, lo cual fue una sorpresa para todos. Incluso mi padre, a pesar de sus múltiples pendientes, vino a verme en persona.

—Dios, esto es una desdicha— fue lo único que dijo antes de salir de mi habitación. Yo también me sentía así, pero oírlo de la boca de mi padre resultó ser más duro de lo que pensé. ¿Cómo era posible que un hijo de una omega dominante y un alfa dominante fuera recesivo? Las estadísticas eran bajas, pero yo tenía que ser la prueba viviente de esa baja probabilidad. A partir de ese día, los recuerdos se volvieron más oscuros.

Era asfixiante vivir en aquella fría casa. Mi padre me despreciaba, las personas del servicio no me tenían ni un poco de respeto, y mis hermanos empezaron a alejarse de mí. La vida, que alguna vez fue cálida y llena de amor, se convirtió en una serie de días grises y solitarios.

—Tienen que tratarlo como un alfa —les dijo mi padre mientras comíamos—. No es un omega. Tienes que ser más rudo, Jimin, ¿entiendes?

Yo solo asentí con la mirada gacha, porque realmente no entendía muy bien. ¿Qué tenía de malo querer ser consentido por mis hermanos? ¿Qué tenía de malo querer ir a la habitación de Chanyeol cuando los relámpagos y los truenos de las lluvias se hacían presentes?

Tuve que aprender a ser más fuerte, o al menos a fingir serlo. Pasé años odiándome porque mi cuerpo no era como el de un alfa: ancho y musculoso como el de mis hermanos. Era tan común que me confundieran con un beta, lo cual era vergonzoso, porque incluso los alfas recesivos se veían como lo que eran... alfas. Pero yo era un enclenque, y mi baja estatura me restaba puntos. A pesar de mis esfuerzos por encajar en el molde que mi padre y la sociedad esperaban de mí, siempre sentí que fallaba de alguna manera.

Jamás fui territorial y mi celo era poco común. Siempre fue humillante hablar de ello, así que nadie en mi familia lo supo.

La llegada de Lee Sara fue muy significativa para nosotros, sobre todo porque no venía sola. Hannita tenía 5 años cuando la conocí por primera vez. Ninguno de nosotros era estúpido; su edad solo evidenciaba lo que todos sospechábamos: Park Seungmin le había sido infiel a su omega, Park Bo Young, teniendo el descaro de llevarla a la casa donde alguna vez habitó la madre de sus hijos. Esto conllevó a la hostilidad por parte de mis hermanos. Como dije, los alfas son territoriales, por lo que jamás la aceptaron, solo aprendieron a vivir con su presencia.

Entre secretos [YOONMIN] Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora