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Siete y cuarto de la mañana, Gunwook había llegado temprano al aula, confiado en que esos dos vagos lo estarían esperando, o al menos pisándole los talones. Después de todo, Junhyeon era de los primeros en llegar a cualquier lado, y Gyuvin, aunque un poco menos predecible, siempre hacía un esfuerzo en este tipo de eventos.
Sin embargo, al entrar al aula asignada, se encontró solo, sin señales de sus amigos. Tirando su mochila en un asiento cercano, sacó su teléfono para enviarles un mensaje rápido, pero justo en ese momento, escuchó una voz conocida:
