El día de Bell transcurrió como cualquier otro día, fue al calabozo donde se percató que la mayoría de los aventureros le trataban de una manera algo grosera, pero decidió restarle importancia al asunto. Su día en el calabozo termino, se dirigió a casa algo cansado así que decidió darse un baño y dormir.
El peliblanco se encontraba dormido profundamente, por ello no logro percibir cuando la puerta de su habitación fue abierta a medianoche. EL intruso se acercó a bell hasta lograr colocarse encima de su espalda, el ya estaba algo acostumbrado a que su diosa hiciera eso, después de todo, ella siempre irrumpía en su habitación. Su camisa fue levantada por la intrusa quien retiro el falna de la espalda del chico. En ese momento, su destino fue sellado.
Al día siguiente despertó con una fuerte sensación de mareo y fatiga, lo atribuyo a lo ajetreado que fue el día anterior. Se levanto de la cama aun sintiendo su cuerpo algo pesado asi que decidió darse un baño, tal vez, eso le ayudara con esa fatiga que cargaba. Luego de darse un baño bajo al comedor donde se encontraba el resto de la familia, pero, algo se sentía extraño ese día. A pesar de ver aquellas sonrisas en sus rostros, algo no andaba bien, el ambiente se sentía lúgubre, como si alguien hubiera muerto recientemente. Fue sacado de sus pensamientos por su diosa la cual le hablo-"Oh Bell, que bueno que ya estás aquí, te he preparado un desayuno muy especial por esforzarte tanto estos últimos días"- dijo Hestia, por alguna razón su cuerpo le decía que no comiera nada, algo dentro de el sentía un peligro inminente demasiado cerca, Luego recordó algo, las últimas semanas han sido bastantes tranquilas excepto por el día de ayer. Decidió ignorar esas señales de peligro que su mente le enviaba, lo atribuyo al estrés generado por el día anterior, tomo asiento en la mesa haciendo caso omiso a aquella ansiedad que se asentaba en su pecho, había algo mal, el lo sentía, no era como todos los días que se reunían a comer juntos, no, esta vez era diferente. De repente su mente empezó a divagar alrededor de aquel miedo que sentía, la imagen de una mujer de tez pálida y una larga cabellera rubia que caía como una cascada por su espalda, ella vestía un elegante vestido blanco con un corte a los costados que dejaba apreciar sus hermosos muslos, el vestido llegaba hasta sus tobillos y ella también usaba hermosas sandalias de un color dorado. Sus ojos se cruzaron con los profundos ojos verdes claro de aquella mujer y en ellos solo se reflejaba una gran preocupación, la mujer lo saco de sus divagaciones cuando le hablo-"Tienes que salir de orario lo más rápido posible, este lugar solo te depara miseria así que corre lo más lejos que puedas yo te estaré esperando mi niño"- dijo la misteriosa mujer, el quiso preguntar el porqué de sus palabras, pero empezó recordar a aquella mujer que ya había hecho presencia en su vida, el tiene algunos recuerdos de aquella mujer cuando el era solo un pequeño niño, ella le cantaba canciones de cuna hasta que el se quedara dormido. Cuando le hablaba a su abuelo acerca de aquella mujer, el le decía que era un simple sueño recurrente, Tiempo después aquella mujer desapareció y el poco a poco la fue olvidando, hasta el día de hoy que volvió a presentarse ante el advirtiéndole de aquel peligro inminente.
Decidió no ir al calabozo el día de hoy, tal vez, eso era lo que le advertía la mujer, ya que ir en su estado actual sería un suicidio-"He decido no ir al calabozo hoy, aun me siento algo cansado por el día de ayer y no creo que sea buena idea ir en ese estado"-dijo Bell, el resto de las personas presentes en la mesa le miraron y estuvieron de acuerdo con su decisión. Realmente, el no sabe el porqué, pero, se siente demasiado intranquilo, había algo en los ojos de todos que no le gustaba, sentía miedo, miedo de su familia, esto nunca paso antes, pero ¿Porque se siente así?, desde que despertó siente una gran presión en su pecho acompañada de un frio desolador que recorría su espalda.
-"Me parece muy oportuno que decidas quedarte hoy Bell-kun, justo necesitaba a alguien que me acompañe para ir a comprar algunas cosas"- dijo Hestia, ella termino su comida rápidamente y agarro a bell para arrastrarlo hasta la entrada de la sede-"Oh espera, casi se me olvida algo muy importante, espérame aquí vuelvo enseguida"- dijo ella para después volver a entrar a la mansión, ya estando allí se dirigió hacia donde estaba el resto de la familia y empezó a hablar-"Las cosas van mejor de lo esperado, no hubo necesidad de convencerle de no ir hoy al calabozo, ahora, es su turno de actuar así que vayan avisar a los demás que el plan ya ha empezado"- dijo Hestia, para luego dar vuelta y dirigirse hacia las afueras de las sede donde esperaba Bell. Bell y Hestia caminaron por la ciudad comprando algunos víveres, hasta que decidieron descansar en una pequeña banca para comer crepas-"¿Sabe algo kami-sama?, le agradezco mucho que me haya dado la oportunidad que el resto de orario no me dio, el pertenecer a una familia. Usted fue la única en aceptarme y por eso le juro mi lealtad eterna, seré su espada y escudo en todas sus batallas y seré la luz que ilumine su senda cuando se pierda en medio de la oscuridad, quiero que siempre recuerde esas palabras"- dijo Bell mientras su vista se posaba en el cielo, era azul como siempre, pero, se había empezado a nublar, al parecer venia una fuerte tormenta. Hestia abrazo fuertemente a Bell con una sonrisa en su cara, pero por dentro su mirada solo reflejaba odio, aquellas palabras calaron profundo en ella, pero, se sentía usada, traicionada y herida, aquel odio almacenado en su pecho no le permitía aceptar aquellas palabras como sinceras a pesar de que no detecto mentiras en el, atribuyo aquello a aquel collar capaz de burlar la influencia divina, ese collar fue devuelto a su cuarto para que el albino no levantara sospechas.
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DANMACHII: Un oscuro destino
Fanfiction¿Amor?, ¿amistad?,¿fraternidad?, ¿deseos?, ¿metas?, ¿reconocimiento?, ¿respeto?, ¿admiración?.No, no les interesó nada de eso, me dieron la espalda sin titubear, fui golpeado y humillado, mi orgullo y convicción fueron maleadas, nadie me estiro su m...