Desayuno

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Sinopsis:

Una mañana cualquiera en el matrimonio Kamo.

Universo alterno - reencarnación - omegaverse - empalago jsjs

No vinculado a otras historias dentro de este recopilatorio. 

O tal vez si, quien sabe.


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Tú me pediste que las extendiera.

- Si, pero es tu culpa por tenerlas así.

Vamos, tampoco era para tanto.

Aunque si, Choso le podía tomar del tobillo por completo sin problema (comprobado).

Yuji ya sabía, no era la primera vez que le pedía a Choso que extendiera sus manos frente a las suyas.

Tampoco era la primera vez que terminaban por entrelazar los dedos, juntar las frentes y besarse.

Pero si era la primera vez que Yuji se molestaba por la diferencia de tamaño. ¿Era por su altura, era eso? Choso quizá le sacaba una cabeza de diferencia, pero eso era todo. ¿Era por la masa muscular? Yuji podía presumir que tenía buenos pectorales...aunque ahora no tan macizos, con el embarazo los tenía algo blanditos, pronto a lactar.

- ¿Estás enojado?  — Choso se había quedado esperando su beso acostumbrando, con los labios en posición, humectados con su propia saliva para deslizarse mejor sobre los labios ajenos (y a veces suyos, muchas veces suyos).

Si — confirmó Yuji, sin rodeos.

En otras circunstancias, Choso ya estaría teniendo un ataque de ansiedad por hacer sentir mal a Yuji.

Pero hoy no.

Hoy era de los pocos momentos que adoraba ser el motivo de enojo de ese chico ahora hambriento de atención.

Atesoraba las oportunidades en las que Yuji mostraba esos pequeños destellos de vulnerabilidad.

Y si, amaba al Yuji fuerte, al Yuji guerrero, al Yuji que se defendía con convicción y soltaba puñetazos cuando la ocasión lo ameritaba.

Pero también era excitante cuando intentaba ocultar su vulnerabilidad. Cuando se negaba a ser un omega consentido y malhumorado, enojado por tonterías como lo era la diferencia de tamaño entre sus manos.

Choso sonrió somnoliento, dejándose caer sobre Yuji con cuidado, de costado, para no aplastarle el abultado vientre.

Los cojines y las quejas de Yuji amortiguaron su caída.

- ¡Choso ya, no seas empalagoso!

¿Y qué si Yuji se defendía a puñetazos con la fuerza de patadas de gato? ¿Y qué si le jalaba el cabello y le deshacía los chongos que hacía un par de horas el propio Yuji le había peinado? ¿Y que si Yuji se sentía avergonzado por mostrarse así frente a Choso?

- ¡Choso eres muy molesto!

- No me importa — Ah, y ese era el Choso egoísta, el que mimaba a Yuji y se deshacía de placer al atormentarlo con amor .

- Papa no.

Ambos voltearon hacia el borde de la cama, donde un par de bracitos regordetes se asomaban. Las manitas del bebé se aferraban con convicción a las sábanas para intentar escalar.

Choso sonrió y Yuji sintió su corazón enternecerse cuando ese idiota empalagoso tomó al bebé por debajo de los brazos y lo subió a la cama.

- ¿Viniste a proteger a mamá? — interrogó Choso, besando la mejilla de su primogénito, una réplica de Yuji pero en pequeño.

El bebé empujó la barbilla de su papá con las manitas, moviéndose molesto.

- ¿Otra vez, Noranzo? — preguntó Yuji, tomando al niño en brazos que Choso le pasó — vamos a tener que subir los barrotes de la cuna - regañó con tono meloso al bebé, haciéndolo reír.

- O dejarlo dormir con nosotros — respondió Choso, admirando embobado la cálida escena de Yuji sosteniendo en brazos a su hijo.

- Ahora dices eso — cuestionó Yuji — pero ya veremos cuando quieras ... — miró al pequeño niño de dos años que le miraba curioso — no creo que resistas compartir tu cama con alguien más que no sea yo. Aunque sea nuestro hijo.

Choso se sonrojó levemente.

- Eres malo Yuji.

- Si — sonrió el chico, jalando a Choso por el cuello para besarle — muy malo — susurró sobre los labios ajenos (también suyos, tantas veces suyos).

Noranzo mientras tanto, se había deslizado de los brazos de Yuji y apoyaba su cabecita en el vientre de su mamá.

- ¿Ahí? ¿tas ahí?

Yuji y Choso retuvieron un suspiro de ternura.

- Si. Shooso y Tanzo están ahí — explicó Choso, apoyando también la mejilla en el vientre de Yuji - ¿ya quieres ser un hermano mayor?

Noranzo asintió muchas veces.

Choso se sintió orgulloso.

Yuji le acarició la cabeza al niño.

- Bueno, ya. Tenemos hambre Choso — dijo Yuji, atrayendo Noranzo a su pecho — queremos mucha comida.

- musha — repitió el niño, quien ya se había olvidado del enojo hacia su papá y le sonreía.

Si ya de por si Choso no podía resistirse a Yuji, tener a un hijo con la misma sonrisa que su amado era su perdición.

"Amado". ¿Yuji se molestaría si le dijera así en público?

- Deja de fantasear — Yuji le tiró una almohada que Choso, aunque embobado, logró recibir con las manos — si no te conociera...

- ¿Verdad que quieres más hermanitos, Noranzo?

- ¡Choso! — regaño Yuji — ¿en eso estás pensando, justo ahora?

- Sanso, Kotsuso — El mayor, sin prestar atención a los reclamos de Yuji, contaba con los dedos — Shoso. Seis hijos no suena mal.

Yuji le miró receloso.

Pero...

- Depende que tan bueno te quede el desayuno — soltó Yuji mirando hacia la ventana, y luego de reojo a su esposo — así que esfuérzate.

La mirada,antes somnolienta de Choso se iluminó.

Y con prisa, dando algunos tropezones, salió de la habitación.

Pero luego regresó, cruzó a zancadas la distancia que le separaba de la cama y besó a Yuji en los labios.

- Que sean siete entonces.

- ¡Ya vete Choso!

Choso desapareció nuevamente, esta vez, a dejar toda su alma en el mejor desayuno que Yuji probaría en toda su vida.


Notas finales del capítulo:

No sé, aun siento que me falta fantasear con la vida hogareña de mis norteñitos. Me cuesta imaginar escenarios de ellos, porque la mayoría de lo que pienso de ellos es tristeza, promesas incumplidas, adios eterno, tragedia y olvido.

Y ausencia, mucha ausencia.

Choso, quiero que al menos aquí, seas feliz con Yuji 😔

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2024 ⏰

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