Capítulo 22

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Jungkook POV

─¿Dónde estamos?─, me pregunta Jimin cuando entro en el aparcamiento del rascacielos en el que crecí. Giro en el lugar reservado para mi vehículo, apago el motor y lo miro.

─Haces muchas preguntas. ¿Lo sabías?

Me lanza una de sus miradas asesinas. ─ Eres de los que hablan, señor Dime algo real.

Suelto una carcajada, su argumento es válido. Pero dejo su pregunta sin respuesta, abro el maletero y empujo la puerta del conductor. Jimin me sigue hasta la parte trasera del coche, donde agarro las maletas de los dos.

─Oh─, dice Jimin mientras le doy su bolsa ─. Nos quedamos aquí a pasar la noche.

─¿Sigues pensando que pienso hacerte comida para peces o algo así? ─ le digo con una sonrisa en los labios.

Se ríe. ─ Eso ya lo hemos superado. Si fueras a matarme, me habrías empujado por la puerta de la maldita noria.

Otro punto válido. ─ No tengo por costumbre cometer asesinatos los fines de semana. Es algo estrictamente entre semana.

Sus ojos giran. ─ Tiene chistes, damas y caballeros. Lástima para él, no son muy buenos.

─¿Y yo soy el cómico? ─ Me río cuando asiente antes de agarrarle la mano. Sus dedos se entrelazan con los míos y juntos cruzamos el garaje hasta donde está el ascensor.

─¿Qué hotel es este?

Otra vez con las veinte preguntas.

Le arqueo una ceja. ─ ¿Quién ha dicho que esto sea un hotel?

Se le arruga la frente y sus cejas chocan en el centro. ─ Entonces, ¿dónde demonios estamos?

No respondo, sigo guiándole hacia el ascensor que lleva al ático de mis padres. Pero Jimin casi me arranca el brazo por segunda vez esta noche cuando se detiene en seco.

─Jesús─, murmuro, soltando su mano para moverme el hombro ─. Se agradecería una pequeña advertencia.

Aunque cuando miro hacia atrás para ver por qué se ha detenido, me lo encuentro mirándome con horror abstracto.

─Dios mío, mierda─, susurra con una aguda exhalación ─. Estamos en casa de tus padres, ¿no?

Asiento con la cabeza, tirando de él para que siga caminando. ─ Claro que sí.

─¿Y vamos a subir? ─ Intento que la forma en que sube media octava su voz no me resulte entrañable, pero es difícil ─. ¿No están tus padres?

Le dirijo una sonrisa tranquilizadora y niego con la cabeza antes de pulsar el botón de llamada del ascensor. ─ Están fuera de la ciudad esta semana. Me aseguré antes de traerte.

No es que quiera ocultar a Jimin de mis padres. Es más que prefiero salvarlo de su juicio, sobre todo cuando sé que eso es todo lo que le darán. Y no solo por su elección de seguir también una carrera en la NHL.

Además, después de toda la mierda que le dije mientras estaba en la Noria Centenaria, no creo que conocer a ninguno de mis padres esté en lo alto de su lista de prioridades.

E incluso si lo fuera, ¿cómo lo presentaría de todos modos?

Sí, ahora somos algo así como amigos. Pero llamarlo amigo no me parece bien, aunque tampoco enemigo. Él es solo... Jimin ahora. El tipo que me gusta probar, tocar y excitar en cualquier momento.

Una información que les vendría de maravilla a mis padres si se enteraran de las extravagancias que he planeado para nosotros en mi cama esta noche.

Cuando el ascensor llega a la última planta, las puertas se abren directamente al vestíbulo.

rivales ── 𝐉𝐈𝐊𝐎𝐎𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora