[ᴄɪɪ/ᴛɪɪ] ᴄᴀʀᴀ ᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴀ

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[10:00pm][Lee's Palace][Objetivo: Algo malo va a pasar

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[10:00pm]
[Lee's Palace]
[Objetivo: Algo malo va a pasar...]

Me llevé la mano al pecho, sintiendo un latido más fuerte de lo normal. Un escalofrío me recorrió la columna y, por alguna razón, el aire parecía más denso de repente.

—¿Estás bien? —preguntó Ramona, mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Sí... sí, estoy bien —respondí, intentando sacudirme esa sensación extraña mientras agarraba una bocanada de aire como si me estuviera recuperando de una carrera. Me reí nerviosamente. —Solo sentí como si algo malo fuera a pasar.

Miré a mi alrededor, buscando respuestas, pero lo que encontré fue... bueno, algo más interesante.

—Pero nada malo va a pasar, ¿no? —dije, mirando directo hacia ti, narrador de mierda.

Un incómodo silencio flotó en el aire. Esperé una respuesta. Nada. Finalmente, una voz nerviosa —la del narrador, ¿quién más?—, respondió.

—No... no creo —murmuró, claramente intentando sonar tranquilo, pero había un temblor en sus palabras que no podía ignorar.

Fruncí el ceño.

—¿"No crees"? —repetí, mirándolo. Bueno, no literalmente, pero entiendes la idea. —Oye, ¿qué estabas haciendo todo este tiempo? ¿No que tú manejabas la historia? ¿Dónde estabas metido? ¡Soy el protagonista!

—E-estaba... haciendo cosas importantes... —respondió el narrador, visiblemente nervioso. Lo podía sentir, como un personaje que empieza a sudar en una caricatura.

—¿Cosas importantes? ¿Qué cosas importantes podrías estar haciendo que no impliquen a este protagonista tan increíble? —protesté, cruzándome de brazos. —A ver, cuéntame-...

Hubo una pausa incómoda. Pero antes de que pudiera seguir torturando a mi propio narrador, su tono cambió.

—Mira el escenario —dijo rápidamente, como si quisiera desviar la atención. —"Clash at Demonhead" va a tocar finalmente.

Volteé hacia el escenario, donde las luces empezaban a bajar. Me detuve un segundo, parpadeando, y bajé los brazos.

—Mmmm, bueno... sí, supongo que eso es importante. 

Tomé la mano de Ramona para abrirnos paso entre la multitud, sintiendo el calor del cuerpo de la gente apretada a nuestro alrededor. El ritmo de la música ya comenzaba a hacer vibrar el aire, y las luces parpadeaban en sincronía. Iba todo bien, todo en calma.

Hasta que escuché una voz.

—¿Edward?

Esa sola palabra, mi nombre, pronunciada de esa manera tan familiar, hizo que mi cuerpo se congelara. Sentí vértigo, como si el mundo se hubiera inclinado hacia un abismo. Náuseas. Lo más parecido a lo que pudieron haber sentido los egipcios cuando llegaron las diez plagas divinas.

¡𝐄𝐃𝐃𝐈𝐄 𝐃𝐀 𝐄𝐋 𝐒𝐀𝐋𝐓𝐎! || 𝐒𝐜𝐨𝐭𝐭 𝐏𝐢𝐥𝐠𝐫𝐢𝐦 𝐀𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora