Jonah

6 0 0
                                    

Había pasado por muchas cosas en mi vida, pero esa noche, en las afueras de París, sentía algo diferente. Me encontraba fuera de una casa en ruinas, esperando, mientras los demás estaban adentro hablando con alguien, una hada más fuerte que yo. No estaba acostumbrada a eso. Siempre había sido la más poderosa de nuestro grupo; pero ahora, al ver lo confiados que estaban los demás, no podía evitar sentirme un poco... pequeña. A lo lejos, el murmullo de las hojas parecía una advertencia, y una inquietud helada se instaló en mi pecho. Fue entonces cuando la visión llegó.

Vi a Jonah.


Estaba en un tubo, su cuerpo apenas moviéndose mientras lo torturaban. Cadalatido suyo se convertía en un eco dentro de mí, resonando con unadesesperación que casi me destrozó. El lago en el fondo era oscuro y turbio, unlugar que solo existía en los rincones más oscuros de la ciudad. Salí de lavisión con el corazón galopando y las manos temblando. Yo habíasido quien escogió este grupo para esta misión aun sabiendo que Carlisle era elculpable y que Jonah deberá enfrentar a su familia. Ella quería decirle peroInderjit le había hecho jurar que no le diría nada a Jonah hasta que estuvieralisto y ahora había sido secuestrado y torturado.

Saqué mi GPS y busqué un lago en las inmediaciones, solo eso explicaría por queobtuve esta visión, estábamos cerca. No había tiempo que perder. Los demás salieronde la casa mientras me preguntaba qué hacer, Cormac se encontraba con el ceñofruncido y agotado, pero sin heridas visibles. A pesar de que mi corazón seapretaba al verlo, sabía que esto era algo que tenía que hacer sola. "Vuelvanal refugio", les dije sin darles tiempo a protestar. La imagen de Jonahatrapado seguía fresca en mi mente. No iba a perder a otro miembro de lacuadrilla. No a él. Me sentía demasiado culpable de esta situación.

El lago estaba cubierto de una niebla tan densa que me hizo sentir como sicaminara a través de un mal sueño, ni las quimeras acuáticas se atrevían aentrar; pero yo conocía esos sueños; mi vida entera había sido un mosaico deellos. Entré al lago y nadé hasta el fondo y entre en el laboratorio sin hacerruido, guiada por mi visión. Moviéndome entre las sombras como Jaden me habíaenseñado, sin dejarme ver por todos estos horribles humanos y sus batas delaboratorio, finalmente di con la habitación. Al abrir la puerta, me encontrécon una escena de pesadilla. Jonah estaba inconsciente, y Naiad estaba a sulado, con una sonrisa fría y calculadora que desconocía en ella. Mi mejoramiga... ¿este ahora era su fin? ¿ser parte de una maquina monstruosa?

"¿Sofía? ¡Qué inesperado!", dijo Naiad con desprecio, pero esa no erasu voz, ni su calor. Le habían quitado la magia a su dulce voz, esa voz que lecontaba historias de sus viajes, que junto a sus padres le había enseñado amanejarse en la corte y esconder su verdadera identidad de los changelings.

No respondí. El dolor que sentía era como el filo de una espada, pero mi cuerpoactuó antes de que la razón pudiera intervenir. La batalla fue feroz, brutal.Naiad y yo estábamos empapadas en sangre, cada golpe que lanzaba desgarraba nosolo su carne, sino también los recuerdos de una amistad que ya no existía. Conun grito desgarrador, logré derrotarla. Ella yacía en el suelo, mientras yo metambaleaba, cubierta de su sangre y la mía. A duras penas, me acerqué a Jonah.Desmayado, su respiración era superficial. Sabía que tenía que sacarlo de allí,pero el mundo empezaba a desdibujarse a mi alrededor. Debía destruir este lugary a todos los que aquí habitan, pero el pensamiento fue suficiente para desatarmi poder y simplemente sucedió. Todos se encontraban en el suelo, nadie podía preveresta situación.

Me desmaye como siempre que mi naturaleza se desborda y al despertar Jonah noestaba en el tubo de ensayo.

Desesperada comencé a buscarlo y pude ver como lograba entrar al lago parasalir de este infierno y lo seguí. Jonah se desmayó en el camino fuera del lagoy logré amarrarlo a mi espalda como pude y, casi arrastrándome, lo llevé haciala superficie del lago. Sentía cómo mi propia vida se escapaba en cada paso,pero sabía que no podía detenerme ahora. El agua helada nos envolvió, y, en unmomento de debilidad, casi me ahogo. La carga de Jonah, la pérdida de sangre,el frío que calaba hasta los huesos... todo me empujaba al límite. Pero algo enmí se negó a dejarlo. Logré sacar la cabeza y seguir, hasta que finalmenteemergimos al otro lado.

Una vez fuera, me tambaleé hasta mi moto, apretándolo con fuerza contra mí,amarrándolo a mi propio cuerpo para asegurarme de que no se cayera. El viaje devuelta al refugio fue un susurro borroso, una mezcla de dolor, frío yagotamiento. El motor de la moto parecía rugir con cada latido agonizante de micorazón. Mis pensamientos se volvieron hacia Cormac, hacia lo que diría cuandonos viera llegar de esta forma.

Llegamos al estacionamiento del refugio. Mis manos temblaban tanto que apenaspodía apagar la moto. Mi visión estaba manchada de puntos oscuros, y ya nosentía mi propio cuerpo. Logré bajar a Jonah y dar un paso antes de que mispiernas cedieran por completo. El suelo se levantó para encontrarme, y lo últimoque vi antes de caer fue la entrada a casita, un lugar seguro, aunque yo ya nopudiera entrar en él. Solo esperaba que Cormac o alguien nos encontrara atiempo.

Y luego, todo se volvió negro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sofia Parthenopaeus-MalleusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora