Te encontré

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No sabía lo que era sentir envidia hacia otra persona hasta que vi a mi amiga. No era por su belleza, ni por sus calificaciones tan buenas, era por su forma de ser. Era torpe, graciosa y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Era divertido estar con ella. 

Sin embargo el estar conmigo requería aguantar un perpetuo mal humor, mis calificaciones destacaban por encima de las de Ae Cha, pero solo eso, quitando a ella, nadie quería estar conmigo . Ni siquiera recordaba como nos hicimos tan buenas amigas siendo completamente diferentes. 

Cuando Ae Cha empezó a salir con Kyong, hacían la pareja perfecta, los dos eran idénticos en su forma de ser. Sin quererlo, pasé a un segundo plano. Dejé de salir tanto con ellos, me aburría. Empecé a asistir más a mi club de lectura (que solía ir los viernes únicamente) y también iba a la biblioteca a estudiar. Mi día a día transcurrió así, hasta aquella tarde en la cafetería.

-Nari, hoy nos vamos Kyong y yo con algunos de clase a una cafetería nueva que han abierto ¿por que no te vienes?-me preguntó Ae Cha con mirada suplicante-. Antes de que me digas nada de tu club, por favor, te lo suplico, hace mucho que no salimos juntas...

Miré a aquellos ojos verdosos de cachorrito. Suspiré, no me podía negar a ella si me miraba de esa manera.

-De acuerdo, pero no estaré mucho...

Mi amiga me abrazó, pese a que me sacaba unos diez centímetros de altura, me estrujo contra su pecho. Si, así es, era de estatura bastante pequeña, mucha gente dudaba si de verdad era de ultimo año de instituto.

-Hola-le dije a Kyong cuando nos reunimos después de clases-me uno a vosotros.

-Ya era hora pequeñaja-contestó pasándome el brazo amistosamente por los hombros-últimamente estaba pensando que me estabas teniendo manía por robarte a Ae Cha, ya casi ni sales.

-He andado liada.

Me aparte discretamente de su agarre, quitando a Ae Cha o a  mis padres , no me gustaba nada que me tocasen. Anduvimos unos diez minutos hasta el centro de la ciudad, como era viernes, estaba repleto todo de estudiantes como nosotros. 

-Woah, la cafetería esta a rebosar de gente...-comentó un compañero de clase-no vamos a encontrar sitio...

-Allí hay uno-señalé a una mesa de seis que había al lado de la ventana-. Os esperaré allí, Cha, pideme un chocolate caliente.

Me sente en la mesa, nadie me acompañó, todos estaban hablando entre ellos no tenía nada que comentarles tampoco. Emití un largo suspiro y me dedique a mirar por la ventana a las personas que paseaban felices, amigos, novios, padres, familias...era invierno y faltaban unos días para navidad, el ambiente era bonito, la gente estaba contenta...Hasta que lo vi a él. 

Al principio pensaba que era una pareja mas que estaba paseando indiferente a mi mirada, pero de pronto ella, una chica increíblemente guapa, se zafó de su brazo y lo abofeteó de tal manera que pegué un brinco en el mullido sofá.  Ella se marchó dando enormes zancadas y él se quedó allí con la cara aún girada del sopapo.

-Dios...-murmuré-eso te ha tenido que doler.

Como si me hubiera oído, el chico miró hacia mi. Sus ojos se posaron desafiantes sobre los míos. Me sentí una completa mirona, sentí que había visto algo que no tenía que ver pese haber sucedido en medio de la calle. Aun así, no pude dejar de mirarlo, era alto y vestía también de uniforme, aunque no de nuestro instituto. Su cabello era negro y largo, que le caía desalineado por la cara. 

-Bueno aquí está tu chocolate Nari-dijo Cha sacándome de la ensoñación-. ¿A que miras? 

-Oh no nada-dije rápidamente desviando la mirada-hay mucha gente de compras navideñas.

-¡Oh si que ganas de navidad!-comentó otro de clase sentándose en frente de mi-¿Que pensáis compraros?

Pase a un segundo plano cuando todos empezaron a hablar de las ideas para navidad. Miré disimuladamente por el cristal pero ya no estaba. En aquel momento no sabía que se me removió en el cuerpo, pero me agobié, algo me decía que tenía que buscarlo, que si no lo hacía en aquel momento, no lo volvería a ver más.

-Disculpad-me levanté rápidamente-me acabo de acordar que tengo que comprar una cosa ahora que decís lo de la navidad.

-¿Ahora? Si nos acabamos de sentar

Cha hizo un mohín, pero me conocía de toda la vida así que cuando articulé un "por favor", me pasó la chaqueta y se despidió de mi con un beso. 

Salí de prisa. EL frío golpeó mi cara como si hubiese sido el sopapo de aquella chica. Lo busqué entre el gentío, pero que yo fuera del tamaño de una niña de trece años tampoco ayudaba. Estuve una hora mirando por la calle y las tiendas, incluso entre a unos recreativos, que los odiaba con tantos sonidos y luces, pero nada. Tampoco sabía bien que es lo que estaba haciendo, ¿si le encontraba que? ¿Qué le diría? Me tomaría por una acosadora. 

Suspiré, eran las seis de la tarde, no me apetecía volver a la cafetería y el club de lectura estaba a punto de terminar, una pena, por que el libro de la semana era "Tan poca vida" y me apetecía desahogarme un poco por lo horriblemente atosigador que me apreció. 

Mi mejor idea fue entrar a una librería. Estaba repleta de gente, pero aun así y todo, era de los pocos sitios a donde me gustaba ir. Y entonces lo vi, es un poco cliché esto, pero lo vi. Lo encontré en la sección de novelas históricas ojeando una novela de Ken Follett, "Los pilares de la tierra". 

Disimuladamente me puse a su lado haciendo que ojeaba un libro, para mirarlo mejor de cerca. Era increíblemente guapo, su piel estaba roja por el frío y las manos grandes y delgadas con las que sujetaba el libro estaban llenas de finos anillos.

-¿Te gusta lo que ves?-preguntó haciendo que pegase un brinco.

Carraspeé intentando hacer como que la pregunta no iba hacia mi y me aleje mirando mas libros.

-Ey, te estoy hablando a ti chica-me agarró de la capucha de mi chaqueta obligándome a mirarlo.

-Discúlpame... Es que el libro que leías es extremadamente aburrido y esta sobrevalorado, estaba dudando si advertirte o no de ello.

Su mirada se tranquilizó y me liberó de su agarre.

-No pensaba comprármelo, he entrado aquí por que me moría de frío en la calle.

-Comprendo...Bueno que tenga buen día-me dispuse a irme sintiéndome una autentica imbécil cuando me volvió a agarrar de la capucha.

-¿Piensas que me voy a creer eso? Eres la chica que me miraba de la ventana.

-Si, lo siento, es que no se por que algo me decía que tenía que buscarte. Siento ser una acosadora.

Me miró perplejo, en verdad era la primera vez que dejaba a un chico sin palabras. En otras circunstancias la situación me hubiera parecido hasta graciosa.

-Bien-añadió al final- pues aquí me tienes, ¿Qué piensas hacer?

-No lo se, es lo que llevo preguntándome la hora que llevo buscándote por la calle.

-¿Levas una hora buscándome?-asentí-. Vaya, creo que no había conocido a nadie tan sincero. 

Por primera vez sonrió, era guapísimo. Me sonroje ante aquel comentario.

-Soy Haneul.

-Nari. 

Le estreché la mano grande y sorprendentemente cálida. Desde aquel momento aquel chico se convirtió en mi pasión, en mis llantos y risas, jamás pensé que la decisión que tomé en aquella cafetería de seguirlo, cambiaría mi vida de semejante manera. 

Así es como conocí a Haneul.





HANEULWhere stories live. Discover now