Otra vez

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-Aún te debe de doler la cara.

Me señale la mejilla indicando donde le había golpeado aquella chica. 

Despues de presentarnos decidimos caminar un rato por las calles.

-Bueno, no es la primera vez que me golpea una chica, pero he de admitir que este se lleva de los primeros puestos-comento divertido.

-Vaya, entonces debes de ser uno de esos rompecorazones...

Mientras decía aquello me fije que un grupo de estudiantes de nuestra edad que llevaban su mismo uniforme, falda marrón de cuadros y tapadas con chaquetas marrones del mismo color, emitian risitas mientras pasaban por al lado nuestro y lo miraban.

-Decir eso me parece demasiado exagerado-sonrió mirándome desde su metro noventa de altura-. Cambiando de tema, como puedo deducir, eres del colegio Busan ¿cierto? ese uniforme azul marino no engaña. 

-Así es-respondí encogiéndome de hombros-. Y antes de que añadas nada, si, estoy en ultimo año de preparatoria, si, tengo diecisiete años y si, me he dado cuenta de mi estatura.

Haneul emitió una carcajada sonora.

-Aunque te parezca raro, me da igual tu estatura, por tu forma de ser ya he deducido que tienes mi edad. 

Caminamos durante un par de horas hasta la hora de cenar. Hablamos de cosas irrelevantes, me pareció un chico que no le gustaba mucho hablar sobre si mismo, así que nos dedicamos gran parte del paseo a hablar de mi o de cosas irrelevantes. Eso si, descubrí que le encantaba fumar. Me pidió disculpas cada vez que encendía un cigarrillo y nos parábamos a una esquina a que se lo fumase.

-¿No me vas a decir que debería dejarlo?-me preguntó dando una buena calada. El humo que desprendía su cigarro, olía a vainilla.

Me encogí de hombros.

-No soy nadie para decirte lo que debes o no debes hacer, y aunque lo fuera, tampoco te lo diría.

Volvió a reír.

Descubrí que las horas que estuve con aquel completo desconocido fueron como una terapia. Hacia tiempo que no me sentía tan tranquila. Hacía tiempo que no me interesaba escuchar a nadie, aunque solo fuera hablar de tonterías.

Al final llegamos a la estación de metro, no sabía donde vivía él, seguramente cerca del centro de la ciudad, debido a la localización del colegio. Mi casa estaba alegada de la ciudad, normalmente iba en bici a la preparatoria pero en invierno prefería coger el tren, hacía demasiado frío. 

-Gracias por acompañarme hasta la estación y bueno...-titubeé-gracias también por no haber creído que era una acosadora.

-No hay problema, aún faltan tres minutos para que venga el tren.

Miré a la pantalla, serían los tres minutos más cortos de mi vida. Me sorprendí a mi misma no queriendo irme a casa pese a que me esperaba el riquísimo kimchi de mi madre. 

-¿Por que no me das tu numero de teléfono? Así podríamos quedar algún otro día, has sido una acosadora muy agradable.

-Luego dices que yo soy la sincera.

Le tendí mi teléfono para que cogiera mi numero.

 El tren estaba llegando antes de lo previsto. 

-Bueno me tengo que ir-le quité rápidamente el teléfono de las manos-hazme una perdida para que me pueda quedar con tu contacto. Adiós.

No le di tiempo a despedirse. Corrí por las escaleras del andén y me subí  al tren cuando estaba a punto de cerrar las puertas. El calor me abrazó gustosamente. A esas horas iba bastante vacío, así que pude sentarme a ver por la ventana el paisaje bañado de luces. Había sido una buena tarde, una muy buena tarde.

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⏰ Last updated: Jan 05 ⏰

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HANEULWhere stories live. Discover now