Chapter ⅠV

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Mammon nunca pensó que estaría nervioso por algo tan mundano como una "cita". Para él, el concepto siempre había sido absurdo y carente de sentido, algo que solo los mortales disfrutaban. Pero esa noche, mientras miraba su reflejo en un espejo, acomodándose la chaqueta y ajustando sus accesorios de oro, una inquietud extraña le revolvía el estómago. Sabía que no se trataba solo de "salir" con Asmodeus; era algo más serio. Y eso lo hacía sentirse vulnerable, lo cual odiaba admitir.

El reloj en la pared le recordaba que se estaba tardando más de lo habitual en arreglarse. Finalmente, con un suspiro de resignación, se dio una última mirada y salió hacia el lugar donde habían acordado encontrarse.

Asmodeus lo esperaba en la entrada de su club, pero en vez de su atuendo habitual, llevaba una chaqueta elegante que destacaba aún más su figura. Su expresión era una mezcla de interés y, quizás, de esa misma incomodidad sutil que Mammon intentaba ocultar. Al verlo llegar, Asmodeus esbozó una sonrisa de esas que hacían que cualquiera se sintiera como si estuviera bajo una lupa.

—Vaya, Mammon, parece que realmente te esforzaste esta noche, ¿eh? —comentó Asmodeus, observándolo de arriba abajo con una sonrisa de aprobación.

Mammon bufó, fingiendo desinterés, aunque el leve rubor en sus mejillas lo traicionaba.

—No te hagas ilusiones, Ozz. Esto es solo porque quería asegurarme de que no pensaras que no tengo estilo —replicó, cruzándose de brazos, aunque el leve temblor en sus manos lo delataba.

Asmodeus soltó una risa profunda y tomó suavemente la muñeca de Mammon, atrayéndolo hacia él.

—Bueno, será un honor que me acompañes esta noche —respondió con un guiño, guiándolo hacia la salida—. Tengo un lugar en mente que creo que te gustará.

Sin revelar demasiado, Asmodeus lo llevó a través de la ciudad, eligiendo un restaurante exclusivo en una zona que Mammon apenas frecuentaba. El lugar era elegante, con una atmósfera lujosa que claramente buscaba impresionar, pero sin ese aire pretencioso que a Mammon tanto le molestaba. La iluminación suave y los tonos cálidos le daban un toque romántico que, para su sorpresa, no le pareció tan desagradable.

—¿Así que este es tu estilo de cita? —preguntó Mammon con una ceja levantada, mirando a su alrededor mientras se acomodaban en una mesa apartada, dándoles una inesperada intimidad.

Asmodeus sonrió, apoyando el mentón en su mano mientras lo observaba con ojos brillantes.

—Cuando se trata de alguien especial, prefiero hacer las cosas bien —respondió sin dejar de mirarlo, disfrutando de la ligera incomodidad que causaba en Mammon con sus palabras.

Mammon soltó una risa seca, intentando desviar la tensión que había vuelto a surgir entre ellos. No quería admitir cuánto le había gustado la palabra "especial", aunque su pecho le traicionaba con un leve cosquilleo.

Mientras revisaban el menú, el silencio entre ellos no se sentía incómodo; al contrario, parecía más una pausa en la que ambos intentaban procesar lo que estaba sucediendo. Era la primera vez que Mammon se permitía algo como esto, y por la expresión de Asmodeus, parecía que él también lo estaba experimentando de una manera nueva.

Ya que ambos eran príncipes del infierno, tenían gustos exquisitos, y pronto comenzaron a compartir platos y cócteles, probando sabores y discutiendo cuál era el mejor. Mammon dejó de lado su reticencia inicial y se perdió en la conversación, incluso riendo de manera genuina cuando Asmodeus hacía algún comentario exagerado.

En un momento, Asmodeus tomó la mano de Mammon, sin decir nada, y empezó a dibujar pequeños círculos en el dorso con su pulgar. Mammon sintió un escalofrío recorrerle el brazo, y aunque intentó disimularlo, su mirada se suavizó al encontrarse con los ojos de Asmodeus. Esa conexión silenciosa entre ambos lo dejaba sin palabras.

—Eres... diferente de lo que esperaba, Ozz —admitió Mammon después de un rato, bajando la voz. Las palabras se le escaparon sin que pudiera contenerse.

Asmodeus alzó una ceja, divertido y genuinamente interesado.

—¿En serio? ¿Y cómo me imaginabas? —preguntó, acercándose un poco más, tanto que Mammon pudo sentir el aliento de Asmodeus rozando su mejilla.

Mammon dudó un momento, debatiéndose entre el impulso de ser honesto y su deseo de proteger su orgullo.

—No sé... Pensé que todo era un juego para ti. Pero... es raro. Nunca he visto a nadie... —sus palabras se apagaron lentamente mientras sus ojos se encontraban de nuevo con los de Asmodeus, que lo observaban con una intensidad que lo dejaba sin aliento.

—Oh, Mammon... A veces hay juegos que vale la pena jugar con seriedad —respondió Asmodeus, acariciando suavemente su mano, como si quisiera transmitir con ese simple contacto lo que las palabras no podían expresar.

La velada continuó con esa mezcla de tensiones y confesiones implícitas. Ambos se dejaron llevar por el momento, cada uno descubriendo facetas del otro que jamás habrían imaginado. Al final, cuando Asmodeus pagó la cuenta y se levantaron para marcharse, Mammon se dio cuenta de que algo dentro de él había cambiado esa noche. La relación entre ellos ya no era un simple tira y afloja de poder y control; había algo más profundo que los unía.

Al salir del restaurante, Asmodeus se detuvo y miró hacia el cielo nocturno antes de volverse hacia Mammon con una sonrisa encantadora.

—Creo que después de una noche como esta, te debo algo más que solo palabras —susurró, inclinándose lentamente hacia él.

Mammon, sin saber cómo reaccionar, se quedó inmóvil mientras Asmodeus se acercaba, dejando que el príncipe de la lujuria lo besara con un toque de ternura inusual. El beso fue lento, un roce cálido y suave que le permitió a Mammon saborear el momento, sintiendo el suave roce de los labios de Asmodeus. Sin darse cuenta, Mammon cerró los ojos y se dejó llevar, correspondiendo sin reservas, mientras el infierno entero parecía desvanecerse a su alrededor.

Cuando se separaron, Mammon abrió los ojos lentamente y vio a Asmodeus sonriendo con esa picardía que solo él podía llevar tan bien.

—¿Ves? Las citas no son tan malas... si sabes con quién ir —dijo Asmodeus, dándole un último apretón en la mano.

Mammon, todavía algo aturdido, logró esbozar una sonrisa mientras asentía.

—Sí, supongo que contigo no son tan malas —admitió en voz baja, dejando entrever un leve rubor que no logró esconder.

Ambos se dirigieron a sus respectivos hogares, pero aquella noche, mientras Mammon se acostaba en su cama, su mente seguía repasando cada detalle de la cita. El tacto de Asmodeus, el sonido de su risa, el sabor de su beso. Algo dentro de él había cambiado, y por primera vez en mucho tiempo, no le importaba tanto admitirlo.

𝜗𝜚𝙴𝚗 𝚎𝚕 𝙹𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝙳𝚎𝚜𝚎𝚘✧˚ ༘ ⋆。 ˚ [Cancelado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora