Despierto un poco desorientada, la luz que advierte el nuevo día se cuela por mi ventana, demoro un rato en adaptar mi vista, me estiro hasta quedar boca arriba, pienso en el día de ayer y sonrío, había sido agradable convivir con un poco de gente, observo la hora en mi celular 11:37 am, vuelvo a estirarme para adoptar una posición fetal, respondo algunos mensajes y me arropo un poco más, siempre fui lenta para despertarme, lenteja, diría mi familia. Hoy tengo el día libre, así que esto no es un inconveniente, pero cuando debo atender responsabilidades y cumplir horarios me juega en contra. No me malinterpreten, soy muy puntual, por eso mismo debo despertarme mucho antes de la hora para llegar a tiempo. Siempre he sido así; cuando comencé la universidad lo noté: si la clase comenzaba a las 7 am yo debía estar despierta a las 4:10, me gustaba bañarme a la mañana y desayunar con mucha tranquilidad. Luego de unos minutos más, desperezándome en la calidez de mis sabanas, decido levantarme, me coloco las pantuflas y me arrastro hacia el baño. Me miro en el espejo y comienzo con mi rutina facial. Una vez finalizada, me siento en el inodoro para orinar, me lavo las manos y los dientes y salgo hacia la cocina. Pongo a calentar el agua y mientras esta alcanza el punto de ebullición preparo el mate, al hervir coloco el agua en el termo y me siento en la barra desayunadora con vista al pequeño patio. Decido ponerme un buzo y abrir un poco el ventanal para que se ventile.
Tomo un par de mates y comienzo a hacer mi desayuno, tostadas con queso crema y huevos revueltos. Hace 6 años que es un desayuno casi habitual para mí; soy una mujer de rutinas que puedo decirles. Me siento a desayunar y mi celular comienza a sonar. Es una videollamada entrante de mi mamá. Miro la hora en la barra de notificaciones antes de atender. Deben ser las 16.55 de la tarde en Argentina. Atiendo y espero hasta que se conecte. Me aparece su cara en primer plano; cuánto la extraño.
Pasamos casi 2 horas de reloj conversando, actualizando. Me cuenta cómo están las cosas allá, y yo le comento cómo vienen las cosas acá. Siempre fuimos muy cercanos, soy la menor de 3 hermanos, siempre fuimos mamá y nosotros. Contra todo, fue muy difícil tomar la decisión de migrar; pasé muchos meses luchando con la necesidad de correr al aeropuerto y volver a mi casa. Me la aguante, deje que pasara el tiempo y hoy lo agradezco. Amo mi país, mis tierras, mis costumbres y mi familia, pero necesitaba irme; no había oportunidades para mí, ni para nadie.
Al cortar me quedo nuevamente en silencio, ¡qué abrumadora la soledad! Alejo esos pensamientos rápidamente y pongo un poco de música para llenar el hogar de un poco de ruido. El ruido significa vida; la ausencia de este no es más que la muerte. Pienso demasiado en esta; me perturba bastante; ojalá nunca me alcance.
Se me pasa el día respondiendo mails y escuchando música. El rider había sido entregado y aprobado con éxito. Una vez comenzada la gira, me uniría al equipo como vestuarista y maquilladora.
Pensar en estar cerca de él me produce un escalofrío; por supuesto que me resultaba atractivo; así había sido desde que tengo 10 años, pero antes era una niña, ahora no, y él tampoco, era un hombre, y qué hombre. Me emocionaba mucho poder conocerlo, más no quisiera ser intensa y atosigarlo; se dice en el ambiente que es bastante particular.
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¡Hola! ¿Cómo les trata la vida?
Es mi primera Fic y tambien la primer notita que les dejo, me pone un poco nerviosa hablarles directamente 😽
Somos poquitas pero me gustaría que interactuemos un poco, asi que este es mi primer acercamiento, les mando un saludo y espero pueden dejarme algún comentario, lo apreciaría mucho.
<3
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NICE TO MEET YA
FanfictionEsta ciudad parece estar desarrollada en matices de grises; si bien el frío y la lluvia la inundan, las temperaturas bajo cero se vuelven insignificantes a tu lado, insignificantes como yo. Tenés la mirada más fría que pude presenciar.