La maldición

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Todavía recordaba ese momento, era el momento que solía reproducirse una y otra vez en sus pesadillas: la sala principal del palacio una vez finamente decorada con oro, maderas lujosas, inciensos importados, joyas preciosas y llena de vida ahora se encontraba completamente destrozada y con varios cuerpos inertes de guardias y caballeros.

En ese momento no había salido del lugar, pero sabía que afuera era un infierno, las casas y sembradíos del feudo se quemaban con tal intensidad que el cielo se pintaba de un color rojizo a pesar de ser de noche.

En el centro de todo, con una túnica negra y destellos blancos que cubría todo su cuerpo se encontraba la hechicera más poderosa del reino: Morgana, una mujer de cabellos rosas largos, ojos de un carmín tan intenso como la sangre, piel tan blanca como la nieve que contenía varias manchas de sangre sin olvidar esa sonrisa siniestra y burlona. Las manos de esa gran maga temblaban levemente y apenas podían sostener su varita mágica por los cortes profundos que le habían proporcionado sus contrincantes, después de una larga lucha por fin se encontraba acorralada.

A su lado, el príncipe heredero se encontraba. Tulio era un cabeza hueca, un miedoso, un príncipe bastante mimado y pese a eso lo amaba de una manera intensa. Sus últimos recuerdos a su lado eran un completo sufrimiento para él: Allí a su lado, apenas podía mantenerse en pie, pero sostenía con firmeza su espada, su respiración era agitada por el sobreesfuerzo físico, su rostro siempre cuidado mostraba algunos cortes y su cabello rubio perfectamente arreglado era un completo desastre.

-Deberías rendirse, "su alteza"- la voz de Morgana sonaba debilitada, pero era más su orgullo lo que la mentía firme. - Aunque sabes bien, hermano mío, que yo debería llevar ese título.

- ¡Los pecados de nuestro padre no son nuestros pecados! - Grito Tulio, era un ruego para que la maga parara todo ese caos.

- ¡Tu no sabes nada! - gritó de vuelta la mujer de cabellos rosas, su cuerpo tembló aún más por la rabia que sentía- Eres un estúpido príncipe mimado. Tú y tu madre no sufrieron jamás en su vida mientras que mi madre y mi pueblo fueron masacrados- Las lágrimas brotaban de sus ojos- Tuve que servir al asesino de mi madre por tantos años mientras que tú disfrutabas una vida de ensueño y no conforme con eso te llevaste al amor de mi vida cuando tú ya tenías a ese asqueroso caballero a tu lado ¿Y qué hizo tu padre? ¡Venderme al mejor postor!

Tulio desvió la mirada, sabía que hasta cierto punto su media hermana tenía razón, pero era demasiado tarde para tratar de negociar o arreglar. Había sufrimientos y daños que jamás podría curar.

-Así que hazme un gran favor y por fin muere- Con firmeza Morgana lanzó un hechizo que iba dirigido a Tulio para asesinarlo.

Pese a también estar cansado y herido de un brazo, Juan Carlos Bodoque recuerda cómo tomó un escudo de alguno de sus compañeros caídos y protegió a Tulio, el impacto fue directo y duro, pero no retrocedió, debía proteger a la persona que más amaba.

- ¡¿Qué estás haciendo, Juan Carlos?!- La mirada de Tulio con lágrimas reprimidas siempre heria su corazón.

Aun así, Juan Carlos sonrió de manera sarcástica, su cabello rojo cobrizo era largo por lo que le estorbaba un poco para ver a Tulio.

-En mi juramento como tu caballero prometí protegerte de todo mal y en mi juramento como tu pareja prometí dar mi vida por ti si era necesario.

-Si así lo quieres, tú serás el primero en morir, Duque Bodoque- volvió a hablar Morgana mientras sonreía de manera siniestra y las lágrimas seguían cayendo de su rostro. Su ira, su venganza, debía consumarse a toda costa.

Una vida junto a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora